El arzobispo de Argel pide el fin del terror en el funeral por los dos religiosos asesinados
"Sufrimos profundamente la violencia que desgarra la sociedad argelina", aseguró ayer el arzobispo de Argel, Henri Teissier, de 64 años, al pedir el cese de las acciones armadas. El prelado efectuó estas retlexiones en voz alta en el interior de la basílica de Nuestra Señora de África, en el funeral celebrado por el alma de la monja asuncionista Paule Héléne Saint Raymond y del marista Henri Vergés, asesinados el pasado domingo en la alcazaba de la capital del país magrebí.
Las palabras de Henri Teissier resonaron con fuerza en un templo invadido por el silencio y por centenares de fieles católicos venidos de todos los puntos de Argelia, que permanecían mezclados con algunos diplomáticos europeos, con una exigua representación de la Administración argelina y algún que otro líder de partido político.Mientras Teissier pronunciaba estas palabras, en el exterior del templo permanecía en estado de alerta un importante despliegue policial, configurado esencialmente por agentes de paisano, gendarmes de uniforme y fuerzas especiales -los ninja- con pasamontañas negros y fusiles en ristre. Un poco más allá, en la explanada, junto a los automóviles blindados de las delegaciones diplomáticas, se encontraban también, discretamente atrincherados, los escoltas de los embajadores.
Todos los accesos a la explanada de la basílica estaban perfectamente controlados desde primera hora de la mañana. Pero también permanecían custodiados las entradas a la colina que arrancan en el barrio de Bab El Oued, ascienden por el de Bologhine y desembocan en una pequeña plaza desde la que se divisa el mar y la capital. A la espalda queda el templo.
"Violencia injusta"
Las referencias continuadas de los responsables de la iglesia católica en Argelia a la "violencia injusta", a los actos que "enlutan a todas las familias del país" y al "desorden actual de la sociedad argelina" quedaron minimizadas y escondidas dentro de un mensaje evangélico, repleto de cantos e himnos. Los organizadores tuvieron especial cuidado que el funeral de Nuestra Señora de África no se convirtiera en un mitin político.El cardenal Leon Etiénne Duval, de 90 años, el más anciano de la Curia romana, implicado en la lucha por la independencia de Argelia, se mantuvo en silencio durante toda la ceremonia. Revestido con todos sus hábitos, con el capelo cardenalicio y flanqueado por otros dos obispos de las diócesis argelinas, se retiró a su residencia poco después de finalizado el funeral.
Mientras el cortejo preparaba su desplazamiento al antiguo cementerio francés de Belfort, en el feudo integrista de El Harrach, para dar sepultura a los dos religiosos, los asistentes comentaban angustiados el atentado sufrido hace dos días por un católico de Orán, que fue tiroteado en la puerta de su domicilio y recibió dos impactos de bala en el estómago. La noticia, confirmada por el propio obispo de la región, Pierre Clavería, ha sido por ahora guardada en silencio por las autoridades argelinas. Este incidente de Orán, constituye junto con el doble asesinato de la alcazaba y el intento de secuestro de un sacerdote y maestro en la localidad de Ruiba el pasado marzo, los tres únicos ataques sufridos por la comunidad católica en Argelia, desde que el movimiento integrista radical Grupo Islámico Armado decretara un ultimátum para que los extranjeros abandonen el país.
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