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La Liga arranca la cartera de Interior a Berlusconi

La política italiana se ha superado a sí misma con, Silvio Berlusconi. El Gobierno que nació ayer será el más conflictivo de la posguerra y el de gestación más complicada, en unpaís donde el método para hacer Gabinetes siempre ha sido barroco. Hasta el punto de que, con una iniciativa sin precedentes, el presidente de la República, Oscar Luigi Scalfaro, exigió a Berlusconi garantías sobre lafiabilidad democrática de los ministros que pocas horas después debería nombrar el mismo jefe de Estado. Todo ello porque, a última hora, la Liga Norte logró arrancar el Ministerio del Interior a Berlusconi.

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"No pasarán", había dicho a los periodistas hace sólo tres días el presidente de Forza Italia, que, para no incomodar todavía más a sus aliados, se negó a revelar las razones por las que no podría dar la cartera de Interior, que exigía Umberto Bossi, el líder de la Liga Norte, a ningún representante de este partido.Pero esos motivos -al menos los oficiales- los contaban sotto voce los próximos de Berlusconi: la Liga es un partido exclusivamente septentrional y sin autoridad moral para mandar sobre la policía en el sur mafioso. Es, además, un partido sospechoso de secesionismo y, por tanto, poco indicado para ejercer el ministerio que representa, sobre todo, la unidad del Estado. Esta última razón es básica para el líder de Alianza Nacional, Gianfranco Fini, que respaldó con voz estentórea el "no pasarán" de Berlusconi.

Y sin embargo, pasaron. Así se confirmó pasadas las 19.30 de la tarde de ayer, cuando, tras sucesivos retrasos y una reunión de última hora para lograr que Marco Pannella apoyara al Gabinete, un Berlusconi visiblemente tenso e irritado logré que le fuera aprobada la enésima lista de ministros que acababa de presentar en el palacio del Quirinal al presidente Scalfaro.

Castillo de naipes

Una hora antes del encuentro, los próximos del primer ministro in pectore seguían temiendo que la cita con el jefe del Estado pudiera dar al traste con el castillo de naipes tan fatigosamente montado. Con razón, porque a las 17.19 horas las agencias informativas habían confirmado la noticia de que Cesare Previti, abogado de confianza de Berlusconi y vicepresidente de Fininvest, no iría ya al Ministerio de Justicia, como hasta esa hora había asegurado su jefe.

Previti en Justicia era la baza que Berlusconi se había guardado para zanjar decorosamente la partida tras perder la carta de Interior -por sazones aún no aclaradas por los testigos directos de este reservado póker- frente a Bossi. Pero el abogado de Fininvest es un hombre de demasiadas palabras. Hace ya más de una semana había logrado soliviantar a los magistrados italianos con sus afirmaciones de que hay que reformar su órgano supremo de control para acercarlo más al Gobierno, y separar las carreras de jueces y fiscales. Un millar de magistrados le respondieron con la firma de un documento en defensa de la independencia de la Justicia.

Sobre las tres de la tarde de ayer, el presidente Scalfaro, que frente a las reservas sobre la candidatura del liguista Roberto Maroni a Interior y de Previti a Justicia, o sobre la presencia de ministros ex fascistas en el Gobierno, había dicho oficialmente que, él no ponía ningún veto, dio a conocer una carta remitida la víspera a Berlusconi en la que, de hecho, le formulaba serias objeciones implícitas en tales sentidos.

El texto era insólito porque el jefe de un Estado democrático advertía a su futuro presidente de Gobierno de que no podría aprobar el nombramiento de un ministro de Exteriores ajeno a las ideas europeas -en referencia a Alianza Nacional y el neofascismo-, ni de un ministro del Interior extraño a la unidad del país -en referencia a la Liga Norte-. También le recordaba que el Gabinete debería respetar el principio de "solidaridad social".

Responsabilidad asumida

Berlusconi le respondió escuetamente que se asume toda la responsabilidad sobre los nombramientos y sobre la actuación de los futuros ministros. Prueba de que la carta de Scalfaro no era un simple lavado de manos fuente a un resultado ya irreparable es que la candidatura de Previti a Justicia cayó ayer mismo por la tarde, después de que Berlusconi y el presidente de la República se entrevistaran por la mañana informalmente.

Debido a todo ello, la composición final del nuevo Gobierno italiano seguía en el aire cuando el primer ministro in pectore iniciaba su entrevista formal con el presidente de la República, sobre las 19.00 horas. Pero la Liga Norte ya había cantado victoria mucho antes. Incluso había anunciado nuevas batallas que pueden poner a prueba la estabilidad a corto plazo del Gabinete que estaba por formarse. "Berlusconi debe elegir entre la política o sus empresas. Que venda todo. Que vaya a la bolsa y ponga a cotizar sus sociedades, porque el mercado para comprarlas existe", declaraba en una entrevista publicada ayer por la revista Familia cristiana el liguista Giancarlo Pagliarini, ministro de los Presupuestos del nuevo Gobierno.

Tal tensión es el precio que Bossi está dispuesto a pagar por mantener intacto su perfil político -los sondeos le dan en alza desde que abrió el enfrentamiento directo con su aliado- y el límite anunciado al proclamado triunfo, electoral de Berlusconi, que evidentemente no fue tan rotundo como se dijo.

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