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La acusación consigue aplazar el juicio por el asesinato del doctor Rivero

Jan Martínez Ahrens

El tiro en la nuca que mató el 9 de junio de 1991 al urólogo Eugenio Rivero sigue su errática trayectoria. Ayer, día en que debía iniciarse la vista oral, el abogado de la acusación presentó inesperadamente su renuncia. La decisión llevó a la Audiencia de Madrid a aplazar hasta hoy el juicio. Quedó así en suspenso el tramo final de una investigación que, tras casi tres años, carece de culpables confesos o de pruebas contundentes.

Ésta es la segunda vez en menos de un mes que un abogado renuncia a hacerse cargo de la acusación particular. En la anterior ocasión, abandonó el letrado Antonio García-Pablos. Le sustituyó su compañero de gabinete Carlos Texidor, quien ayer arrojó la toalla después de que los magistrados de la Sección Primera de Audiencia de Madrid le desestimasen un recurso de súplica en el que consideraba inadmisible que la Fiscalía hubiese presentado su escrito de calificación "sólo seis días antes" del inicio de la vista pública.De su abandono, el letrado sólo explicó: "Lo he hecho para que tomen una decisión mis defendidos". Las alegaciones de Texidor sumieron a los jueces de la Sección Primera en una larga discusión que culminó con la suspensión de la vista cuatro horas después su inicio previsto.

Entretanto, en los pasillos de la Audiencia se arremolinaban peritos, testigos y acusados. Aunque la Fiscalía no ha inculpado a nadie, la familia de la víctima incrimina a cinco personas en el asesinato.

Entre ellas figura como supuesto inductor Dionisio Ballesteros, el cirujano que atendió de cáncer al fall9cido Enrique Tierno Galván, y como autor material, Juan de Dios Rueda, El Barbó. Para ambos, la acusación particular pide 29 años de cárcel.

Los otros tres inculpados son Pilar Sánchez, compañera de El Barbó y supuesta encubridora, y los hermanos Merinero, a los que la acusación considera cómplices.

El móvil del crimen, en la versión de la familia de Rivero, nace de la supuesta relación sentimental que unía a la víctima con la esposa de Rivero.

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La relación de El Barbó -ahora condenado por otro asesinato- con Ballesteros se estableció un mes después del crimen, cuando la policía, tras detener a Rueda, encontró el teléfono del cirujano en su agenda.

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Sobre la firma

Jan Martínez Ahrens
Director de EL PAÍS-América. Fue director adjunto en Madrid y corresponsal jefe en EE UU y México. En 2017, el Club de Prensa Internacional le dio el premio al mejor corresponsal. Participó en Wikileaks, Los papeles de Guantánamo y Chinaleaks. Ldo. en Filosofía, máster en Periodismo y PDD por el IESE, fue alumno de García Márquez en FNPI.

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