La autopista de la información
Cuando Daniel Bell escribió en 1973, su libro Hacia una sociedad posindustrial aseguraba que los signos del futuro están siempre en el presente. Bell calificó a la sociedad del porvenir (¿la nuestra de 1994?) como posindustrial, ante la falta de una mejor definición que el insigne sociólogo de la Universidad de Harvard no encontraba todavía, por la carencia de los marcados signos que nos rodean ya al terminar el siglo XX y comenzar el nuevo milenio.El profesor de la Sorbona François Bourricaud aseguraba, poco después, que Daniel Bell había lanzado el concepto sin ningún contexto, puesto que la única definición aparentemente veraz de la sociedad posindustrial se refería sólo a los cambios ya existentes en la estructura del empleo.
La primacía del conocimiento tecnológico se aseguraba en aquellos años que favorecían un futuro desarrollo de la sociedad apoyando la ciencia básica y la investigación aplicada. Exactamente esto es lo que ha ocurrido tras el excelente estudio de prospectiva que hizo Daniel Bell. Creo que unos ejemplos prácticos podrían darnos algunos elementos esenciales de la nueva sociedad de información o del ciberespacio, en el que estamos ya inmersos desde hace unos pocos años, más concretamente desde el inicio de los ochenta.
1. En el mercado laboral, el concepto de capital se ha desplazado desde elementos meramente economicistas y monetarios a otros apoyados en el rápido, fácil y libre acceso a la información. Hoy sólo posee un verdadero capital quien realmente tiene información.
2. Una información accesible rápida y automáticamente, libre, poco costosa, global y, sobre todo, puesta al día, es la clave para el progreso de las industrias de los años 2000.
3. A su vez, las aplicaciones tecnológicas para obtener dicha información, que las proyecciones de la revolución electrónica centraron hacia la mitad de los ochenta, se han visto desbordadas tanto en cantidad como en calidad o rapidez.
La aparición del ordenador personal y su utilización a nivel popular son casi comparables al descubrimiento y uso de la rueda, en los albores de nuestra civilización. Las actuales redes electrónicas de información crean nuevos tipos de comunidades, añaden valores, establecen diálogos igualitarlos, impulsan actitudes interculturales y favorecen una auténtica democracia participativa.
La combinación de este nuevo capital, la información, con las tecnologías electrónicas para su utilización, la autopista electrónica, ha revolucionado ya hasta el mercado de trabajo.
a) De una parte, aumentan con rapidez los puestos de empleo en la gestión automática de la información (sólo en Canadá el 90% de los nuevos trabajos se han generado, en los últimos siete años, en el área de la información).
b) De otra, estos puestos de trabajo se rodean de un elemento psicológico que provoca nuevas y hasta ahora desconocidas satisfacciones laborales, al extremo de que el 28% de la fuerza laboral canadiense está concentrada también en la información.
c) El deseo de aprendizaje, el voluntariado, la permanente investigación, crean nuevos mercados de mano de obra con una fuerza autogeneradora prácticamente desconocida hasta el momento.
Sin embargo, no todos los datos son positivos en este momento. Existe una indefinición en temas tan importantes como el derecho a la intimidad, la propiedad intelectual, el respeto a ciertos valores sociales establecidos, que son hoy por hoy totalmente incontrolables en las nuevas autopistas electrónicas de la información.
Pero no hay que olvidar que los mecanismos para obtener la información de que disponemos hoy han llegado a gran parte del público sólo en los últimos cinco o seis años, a través de redes libres locales o de la red internacional (FreeNet o InterNet), siguiendo esta evolución:
1. En 1969 nacieron los primeros sistemas informáticos de la defensa dedicados exclusivamente a conducir información para que las Fuerzas Armadas pudieran atajar la amenaza nuclear:
2. La aparición de la ciencia con la National Science Foundation Network (NSFnet), hacia 1989, añadió a la defensa el mundo académico y universitario, las bibliotecas, los seminarios especializados, etcétera.
3. Finalmente, tras la terminación de la guerra fría, al inicio de la década de los noventa, la libre consolidación de InterNet y de otros centenares de FreeNet que se conectan localmente desde todo el mundo, hacen accesible a toda persona un inmenso mundo de datos, hechos y fuentes informativos casi infinito.
A ambos canales de información, InterNet y FreeNet, se tiene hoy prácticamente un acceso libre y carente de control, y a través de ambos sistemas se pueden obtener, enviar e intercambiar centenares de miles de datos sobre otros tantos temas que son igualitaria y democráticamente difundidos por un correo electrónico eficaz, rápido y gratuito. Sólo se necesita un ordenador, un módem y un número de teléfonos para conectarse.
Naturalmente, la magnitud del desarrollo de estas redes informativas, que cuentan ya con más de 20 millones de usuarios y que crecen a un 10% mensual, lleva consigo una cierta desorganización y la carencia de mecanismos que perfeccionen, faciliten y racionalicen este nuevo capital, que es factor de un nuevo trabajo y base de una nueva filosofía económica, política y social de la convivencia.
En último término, lo que está produciendo esta gran autopista electrónica de la información es una verdadera democratización y universalización de las culturas, en las postrimerías del siglo XX, lo que podría ser la clave para el esperado renacimiento del siglo XXI.
embajador de España en Canadá.
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