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Ni al sol ni a la sombra

Leguina recibe a sus invitados en el palacio de Maudes, repleto de gente y de ausencias

Álex Grijelmo

El sol no marceó este año; picaba impenitente en la recepción de ayer, mayeando sobre las calvas y los mofletes justo cuando nadie necesitaba que le calentaran la cabeza. Con la que caía. La fuente del palacio de Maudes congregó ayer en la fiesta oficial de la Comunidad una completa lista de relevantes ausencias, aunque alrededor de los diez chorros de agua que escupen los leones no cupiese un bigudí.Hace tres años, con las brasas aún candentes del enfrentamiento José Acosta-Joaquín Leguina en la Federación Socialista Madrileña, Juan Barranco, el tercero en discordia, brilló por ausente. Hace uno, Baltasar Garzón, estrella naciente en la lista del PSOE, también se hizo desear. Y ayer fue Luis Roldán, el prófugo, quien se libró de la solina, lo que no significaba que estuviese precisamente a la sombra.

El patio donde el presidente Joaquín Leguina recibe a sus invitados siempre ofrece claros. Que ayer resultaban clamorosos.

Por ejemplo, ni un ministro. Lo explicó bien el alcalde, José María Álvarez del Manzano, hablando entre los renglones de su perenne sonrisa: "Con la que está cayendo...".

Y coincidió después la ironía del propio Leguina: "No han venido, seguramente, porque hace mucho sol".

Alfredo Pérez Rubalcaba, el portavoz del Gobierno, era un habitual de esta celebración, donde charlaba con el consejero regional, y amigo, Jaime Lissavetzky sobre el Real Madrid y las cábalas para el final de Liga. Este año ni siquiera podría haberse refugiado en eso.

Los guerristas -como José Acosta- se tomaron el puente; igual que los dos líderes madrileños de IU, Isabel Vilallonga y Paco Herrera, que desaparecieron de picos pardos (respectivamente). Y no se vio este año al actor Álvaro de Luna, El Algarrobo, tal vez para evitar que le confundieran con Roldán. Ni siquiera desembarcaron los secretarios de Estado. Y tanto se cumplió esta regla (salvo emboscados) que tuvo su excepción: Ignacio Moltó, secretario de Estado de Industria, a quien preguntaban qué sabía del hipotético nombramiento de su jefe, Juan Manuel Eguiagaray, como nuevo ministro del Interior. Y allí nadie sabía nada. Y mucho menos los ex. Por ejemplo, José Barrionuevo, el ministro que nombró a Roldán. Barrionuevo charlaba con Pedro Catalán, general de división de la Guardia Civil. Catalán sufrió hace cuatro años una lipotimia en este mismo acto. Ahora, pese al mayor peligro de insolación, aguantó a pie firme, con el inestimable apoyo del ex ministro.

Alberto Ruiz Gallardón, senador del PP, se fotografió con Barrionuevo; y un conocido le dijo luego que a ver si cuidaba con quién sale en la foto. Y el senador respondió que conoce a Barrionuevo hace muchos años -ambos fueron concejales en 1979-, que le cae bien y que no va a cambiar ahora de actitud. Y acto seguido se puso a hablar con Coral Bistuer.

A la lista de los ex que asistieron sí que se apuntó Eduardo Mangada, ex consejero de Política Territorial, quien esa misma mañana explicó a su esposa que se acercaría por Maudes para discutir un rato. Y lo hizo. Tenía pinta de ir regañando a algunos compañeros de partido. Leguina le escuchó y, finalmente, le, obsequió con una palmadita en la cerviz.

Muchos de los relevantes personajes de la mañana pasaron por el estaribel que montó allí mismo Telemadrid en plan Vuelta a España, en el que el periodista Alfonso García permanecía expuesto a la espera de entrevistados. No hubo tiempo para todos. Como tampoco canapés. Bueno, no estamos en tiempo de dispendios, pero habrían venido bien para hacer compañía en los estómagos a tanta desolación.

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Sobre la firma

Álex Grijelmo
Doctor en Periodismo, y PADE (dirección de empresas) por el IESE. Estuvo vinculado a los equipos directivos de EL PAÍS y Prisa desde 1983 hasta 2022, excepto cuando presidió Efe (2004-2012), etapa en la que creó la Fundéu. Ha publicado una docena de libros sobre lenguaje y comunicación. En 2019 recibió el premio Castilla y León de Humanidades

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