"Bolivia ha superado su inestabilidad crónica"
Modernizar las estructuras políticas del Estado. Consolidar la recuperación económica. Sentar las bases para la integración indígena. Éstos son los tres ejes de la política del nuevo Gobierno boliviano. "Se trata de una apuesta imaginativa que combine el crecimiento económico con la redistribución de la riqueza", afirma Antonio Araníbar Quiroga, ministro de Asuntos Exteriores de Bolivia, de visita en España.
Un buen signo de una democracia joven: Luis García Meza, el ex dictador vinculado al narcotráfico, ya está entre rejas. Brasil colaboró para que el general mafioso regresara a su país a cumplir condena. Por lo demás, y al margen del Mundial de Fútbol, se oye poco de Bolivia. Sólo un triste incidente en la selva, en el que muere un ciudadano español, y los ecos de un escándalo ligado al narcotráfico, en el que se apunta al ex presidente Jaime Paz Zamora como uno de los implicados.
Cuando aparece, Bolivia lo hace con el traje manchado de barro. Y, sin embargo, "al margen de estos casos, en los que el poder judicial se ha involucrado al máximo para aclarar las responsabilidades y actuar en consecuencia, el país de la inestabilidad proverbial, el de los golpes de Estado, se ha convertido en un referente modélico en lo que a las reglas del juego democrático se refiere", subraya Araníbar.
Desde 1982 hasta hoy, exactamente, reina la democracia, y en Bolivia se han sucedido cuatro Gobiernos diferentes. Y un detalle que acaso no convenga pasar por alto: "En los primeros años de democracia explotaron todas las demandas sociales que yacían latentes y la inflación se disparó hasta cotas alarmantes -24.000% anual, la mayor tasa de toda la historia americana-, pero lo que revela la madurez de la clase política boliviana es que consiguió parar la hiperinflación y dotarse de un estabilidad macroeconómica que la sitúa a la cabeza de los países de América del Sur".
Gobierno multicolor
El mago que perfiló las líneas maestras se llama Gonzalo Sánchez de Lozada. Ministro de Planeamiento y Finanzas en el Gobierno de Paz Estenssoro (1985-1989), fue el que sacó el látigo y obligó a las cifras a bailar a su son, aunque chirriaran las capas sociales más desfavorecidas. Sánchez de Lozada preside desde el 6 de agosto de 1993 un Gobierno en el que participan, en una combinación que recoge todas las grandes tendencias políticas de este fin de siglo, una derecha liberal de inspiración thatcheriana (su propio partido), la izquierda radical del Movimiento Bolivia Libre (que dirige Araníbar), el populismo que encarna el empresario de la cerveza Max Fernández y el partido que recoge las aspiraciones de las comunidades indígenenas, el Movimiento Tupac Katari, que encabeza el actual vicepresidente, Ramiro Cárdenas."Dos son los mandatos que este Gobierno ha recibido de las urnas: conseguir que la estabilidad política y económica se traduzca en una estabilidad social, capaz de acabar con las iniquidades e injusticias propias de un país con un extremo nivel de pobreza crítica -el más alto de toda Suramérica-, y establecer los cauces idóneos para que la sociedad civil pueda participar en la gestión política de sus reivindicaciones".
Al canciller se le apunta entonces el caso de Chiapas -una región con tantas cosas en común con amplias zonas de Bolivia- y replica: "Es un toque de atención. O se implica a la población indígena en la construcción del país, o más vale prepararse para un estallido social que dé al traste con las últimas conquistas conseguidas. Ése es el reto".
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