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Vicente Barrera, por la puerta del Príncipe

Antonio Lorca

Torrealta / Conde, Rivera, Barrera

Novillos de Torrealta, desiguales de presentación, blandos y muy nobles; 1º y 4º, impresentables; éste, además, inválido; destacaron 3º y 6º.

Javier Conde: estocada (vuelta); bajonazo (silencio). Francisco Rivera Ordóñez: media (ovación); media perpendicular y descabello (ovación). Vicente Barrera: estocada (oreja); estocada tendida (dos orejas); salió a hombros por la puerta del Príncipe. Plaza de la Maestranza, 2 de mayo. Dos tercios de entrada.

El novillero valenciano Vicente Barrera debutó en la Maestranza y salió por la puerta del Príncipe. Sevilla se entregó a. su personalidad, a su quietud, y a su sentido del toreo. Cansada de toreros vulgares, la afición vibró con este valenciano, ya mayorcito, recio y serio, que aprovechó la oportunidad histórica que le brindó un extraordinario novillo de Torrealta. Aún debe estar embistiendo ese animal, de nombre Corsario, cuya calidad no fue suficientemente reconocida.Barrera lo recibió con la muleta con pases por alto, inmóvil, con las zapatillas atornilladas en el albero; prosiguió con derechazos en los que sobresalió la boyantía del animal, y se cambió la muleta de mano. Por naturales puso en pie a los tendidos. Despaciosamente, con excelsa torería, sin aspavientos, pero, también, sin frialdad, embarcó la embestida en una serie larga, sentida y templada que cerró con un obligado de pecho, cuando la plaza entera rompió en una ovación atronadora. Bajó de tono la faena con la derecha, y la cerró con un cambio de mano prodigioso. Cuando el toro cayó de una estocada tendida, le concedieron las dos orejas, lo subieron a hombros, lo sacaron así por la deseada puerta del Príncipe, y el propio torero, fuera ya de la plaza, volvía la mirada para convencerse de que no estaba viviendo un sueño.

Había cortado una oreja a su primero, que también era de dos. Anunció, entonces, su personal toreo, pero no dio el paso necesario. Lo hizo bonito, pero no encandiló a nadie. Mató bien y consiguió un trofeo en tono menor. Con el capote, no sabe, no contesta. Y, en su defecto, dio la impresión de que manda poco a los toros; acompaña muy bien y el cuadro resultante es de una estética impresionante. Sin duda, es un torero diferente; pero tan estético como estático. Cuando el toro no le acompañe, puede resultar extremadamente frío. Pero, con defecto incluido, Vicente Barrera impactó a la Maestranza y ésta le concedió su galardón más preciado.

A Francisco Rivera Ordóñez, que también debutaba en Sevilla, se le fueron de vacío dos novillos de triunfo, pero el chaval evidenció que quiere ser torero, lo cual no es poco en los tiempos que corren. Muy decidido toda la tarde, embebió en la muleta a su primero en derechazos largos y templados, aunque el animal se apagó y el novillero se desanimó. No se entendió con el quinto, el único que planteó algunas dificultades. Se entregó el novillero a la hora de matar y resultó prendido sin consecuencias.

Javier Conde tuvo un primer novillo para triunfar y un inválido para confirmar. No consiguió ni lo uno ni lo otro. Realizó un toreo de filigrana, pinturero y superficial. También acompañó mucho y mandó poco. Se pone bien y se coloca mal. Su actuación en conjunto fue anodina.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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