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Entrevista:

"Hay mucha información inútil en lo ambiental"

El puesto se publicó a comienzos de año en la prensa como cualquier otra oferta de empleo. Se buscaba a alguien espabilado en la gestión ambiental y dirección de equipos técnicos y científicos, con dominio de varios idiomas. Se presentaron 1.300 candidatos. Tras una selección de la Comisión Europea, quedó una lista de cinco personas. Finalmente, el director general de Política Ambiental de España, Domingo Jiménez Beltrán, salió elegido por 11 votos de 15 como primer director ejecutivo de la Agencia Europea del Medio Ambiente, una de las nuevas instituciones de la Unión Europea. Madrid aspiró a ser sede de esa agencia, pero fue Copenhague quien lo consiguió el pasado noviembre.Aragonés de Calatorao (Zaragoza), de 50 años, casado con una noruega, con un hijo de 17 años, hombre de aspecto amable, obsesión profesional por los residuos y el impacto ambiental, y explicaciones un poco espesas que se pierden en los vericuetos de los procedimientos administrativos, Jiménez Beltrán no es muy dado a entrar en opiniones llamativas. Como se dice en periodismo, da pocos titulares. Es más un corredor de fondo. Ha trabajado 14 años para la empresa privada y 12 años más en cargos públicos; sobre todo, en lo relacionado con el medio ambiente y con Bruselas. Su prudencia y gusto por la preparación de informes, planes y programas seguramente serán un valor añadido a la hora de desenvolverse en el organismo comunitario que durante los cinco años prorrogables de su mandato tendrá que echar a andar.

Pregunta. Cuando llegue en junio a Copenhague, ¿por dónde empezará?

Respuesta. Lo primero que hay que hacer es reclutar el personal, 28 personas de aquí a finales de año; 50 para mediados de 1995. Hay que presentar además una propuesta de programa y de ejecución del presupuesto, que es de 1.500 millones de pesetas para este año y 1.800 para el próximo.

P. Poco dinero si se compara, por ejemplo, con los 20.000 millones que tiene de presupuesto anual la Agencia de Medio Ambiente de Andalucía.

R. No es mucho, porque la agencia no tiene capacidad ejecutiva ni inversora.

P. ¿Qué hará la agencia?

R. Su principal arma será la información. Una información objetiva, comparable, fiable y eficaz. Creo que ahora en medio ambiente existe una gran inflación de información, pero que son sólo datos, estadísticas poco útiles, sin objetivos. Se ha trabajado a menudo de una forma en la que el objetivo era el dato en sí mismo, producirlo. Y se ha llegado a desequilibrios importantes. Por ejemplo, hay muchos datos sobre contaminación atmosférica y muy pocos sobre residuos. Sin embargo, a pesar de tener tantas cifras sobre emisiones contaminantes a la atmósfera, a la hora de debatir la ecotasa (impuesto ecológio a las emisiones de C02), creo que la Comisión Europea ha trabajado con muy poca información eficaz.

P. ¿Seguirá apoyando en la agencia la tesis que con tanto ahínco defiende el Ministerio de Obras Públicas,Transportes y Medio Ambiente: España puede seguir aumentando sus emisiones de C02?

R. Voy a trabajar en una institución de la Unión Europea; estoy al servicio de una política global, no como defensor de las perspectivas españolas. Aunque, qué duda cabe, mi experiencia en un país del Sur me ha dado una perspectiva determinada.

P. ¿Cree que la Comisión Europea ha hecho política ambiental centrándose en los intereses y prioridades impuestos por los países del norte europeo?

R. Al principio sí, porque eran más países, más desarrollados y más organizados. Consiguieron centrar la preocupación ambiental en la lucha contra la contaminación. Pero desde el Acta Única creo que se ha comprendido el valor de la diversidad biológica, la cobertura vegetal, la reforestación y la importancia de integrar el medio ambiente en las políticas económicas, que es lo más importante para los países del Sur, para no caer en los mismos errores de los países del Norte.

P. ¿Pero la agencia va a ser una mera productora de estadísticas?

R. No. Será un órgano de análisis y diagnosis de la situación actual y el futuro. Un órgano de vigilanc¡a continua y objetiva de la situación ambiental y de la eficacia de las medidas de solución y prevención. Esa información servirá de base objetiva para el desarrollo de una política ambiental eficaz por parte de la Comisión y los Estados miembros, y, al ser pública, permitirá que la sociedad participe activamente en esa política. Tenemos que conseguir que la agencia se haga un hueco en este primer año y medio. Tiene que ganarse una credibilidad. Además, está previso que en 1996 la agencia asuma nuevas funciones; que intervenga en los criterios del ecoetiquetado y evaluación del impacto ambiental, y en el control de cómo se aplica la legislación ambiental.

P. ¿No le asusta el clima de Copenhague?

R. El clima, no. Lo único que me echa para atrás es la falta de luz en invierno.

P. ¿Está satisfecho de lo que se ha avanzado en España en medio ambiente en los últimos años?

R. Siento mucho que el tema de los residuos haya ido tan despacio. Sin embargo, estoy muy satisfecho de los cambios introducidos en el Plan Hidrológico Nacional y de que se haya asumido la necesidad de una estrategia nacional de medio ambiente. Desde que llegué a este puesto, he tratado de buscar un equilibrio entre el corto y el medio y largo plazo. Siento que no haya habido más leyes aprobadas, pero estoy satisfecho de haber puesto en marcha una serie de estrategias y planes a medio plazo que irán dando sus frutos. Cuando llegué, ya sabía que seguramente no asistiría desde este puesto al final de los procesos; pero en política hay que trabajar con visión de futuro. Y en medio ambiente hay que hablar de planes de infraestructuras a largo plazo, como en obras públicas. Porque una buena reforestación sustituye, por ejemplo, muchos embalses.

P. ¿Se ha sentido presionado desde la Administración para que produjera más frutos concretos a corto plazo, para venderle algo concreto a los ciudadanos en las elecciones?

R. Por supuesto, y es una presión necesaria y legítima. El gestor público debe buscar el equilibrio entre producir a corto plazo y reservar una parte de sus tareas para que se vayan desarrollando en el futuro.

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