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Reportaje:

El tesoro de la sierra pobre

Un recorrido por los municipios de renta 'per cápita' más baja de la Comunidad y los menos poblados

En el bar-panadería-tienda de comestibles de Prádena del Rincón, cuatro lugareños madrugadores acometen la primera partida de mus de la jornada. A juzgar por lo profundamente caladas que llevan las boinas, la seña de duples les trae al pairo. O se la pasan por debajo de la mesa, que todo puede ser... "Pues no, señor", el que es mano interrumpe el juego para informar al visitante. Aparte del templo, en este pueblo no hay nada que ver. Salvo vacas, claro".La iglesia del Santo Cristo de Silos -de inspiración románico-mudéjar- es, en efecto, la única obra de - la que pueden ufanarse en Prádena. De ella, y de alguna que otra casa de piedra sin labor. No por nada se conoce a esta región como la sierra pobre. Sólo abunda en récords negativos: sus municipios son los de renta per cápita más baja de la Comunidad, los de menor densidad de población, los de menos habitantes -si se comparan sus cien almas con las treinta y pico de La Hiruela o de Madarcos, Prádena es Nueva York- y los que padecen un crecimiento negativo más acusado.

Para senderistas

En cambio, ésta es una de las zonas más bravas, hermosas y apartadas de Madrid, un territorio que ni pintado para hacer las delicias del senderista solitario. Las carreteras parecen sacadas de una película de terror. No hay restaurantes dignos de la Guía BMW. Ni siquiera un triste merendero.

La caminata puede iniciarse en la vereda que arranca junto al cartel que anuncia la llegada a Prádena, según se sale del pueblo por la carretera hacia Montejo. Después de atravesar un prado y cruzar un arroyo por un puente de hormigón, se la de mantener la dirección njorte -campo a través, por camino forestal y por pista asfalada- hasta arribar a Horcajuelo de la Sierra. No debió de ser éste mal lugar en razón a las alcabalas que apoquinaba al señor duque: 54.000 maravedíes y 57 gallinas de 1626. Ahora sólo le quedan 70 habitantes y, de tiempos pasados, una iglesia gótica con tallas renacentistas y retablos barrocos, así como una arquitectura tan elemental que aún tolera los hornos caseros.

Ascendiendo por la carretera que va a Horcajo, entre prados salpicados de fresnos y melojos, se gana sin esfuerzo un minipuerto desde el que se domina medio valle del Lozoya. El pueblo que se adivina más a mano, al Suroeste, es Madarcos. Y hasta él hay que dirigirse abandonando el asfalto donde éste describe pronunciada curva. Las fuerzas vivas de Madarcos, aparentemente, son las gallinas. Y su orgullo, cierto relieve del siglo XVI que se conserva en la iglesia.

El río Madarquillos sirve en adelante de referencia para el andarín, que ha de devanarse los sesos (y los riñones) para no perderlo de vista entre tanta encina, tanto peñasco, tanto zarzo e incluso una carretera que lo cruza. ¡Y pensar que esto fue paso de ganado en su día!

Al desaguar el río en el embalse de Puentes Viejas, la trocha -transitada de Pascuas a Ramos por algún pescador- ataja hacia Oriente por encima de un montículo hasta dar en el valle que surca el arroyo de la Nava. Conviene remontar su curso por la margen izquierda, pegaditos a la tapia que discurre a media ladera. Por momentos, la marcha adquiere tintes de 3.000 metros obstáculos, pero peor sería andar dando tumbos por los enmarañados encinares de la ribera. La tapia se extingue a un paso de la carretera. Dos kilómetros más allá, Prádena recibe de nuevo al caminante con su iglesia románico-mudéjar, su bar-panadería-tienda de comestibles y sus lugareños de boina calada hasta las cejas. Y sus vacas, claro.

Marcha primaveral

Dónde. Prádena del Rincón queda a 88 Kilómetros de Madrid. Se llega sin tropiezos por la carretera de Burgos (A-1), tomando el desvío hacia Gandullas (M-127) que hay pasado Buitrago de Lozoya. La Castellana (teléfono 533 04 00) ofrece servicio de autobuses.Cuándo. La marcha descrita lleva alrededor de cinco horas. La primavera es una época inmejorable en la sierra pobre: revolotean la golondrina, el avión y el vencejo; cantan el cuco y el ruiseñor; en los prados pastan las vacas con sus ternerillos, recién nacidos...

Quién. El colectivo Estudios en la Naturaleza y Educación Ambiental (ENEA) es el autor de una valiosa guía sobre senderismo en esta región. En ella se describen 15 itinerarios -incluido el arriba propuesto-, acompañados de croquis y reproducción de mapas a escala 1:50.000. Edita la Comunidad de Madrid. Precio: 300 pesetas.

Cuánto. La escasez de restaurantes, tiendas de souvenirs y demás tentaciones turísticas frustra todo afán consumista.

Y qué más. Imprescindibles para efectuar cualquier ruta a pie por la zona resultan la guía mencionada (La Sierra Norte) y la cartografía correspondiente, en este caso la hoja 458 del Instituto Geográfico y Catastral o la 19-18 del Servicio Geográfico del Ejército.

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