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Milán dispone finalmente de un gran centro para el arte contemporaneo

La Fundación Mazzotta se inaugura con una muestra de dibujos del siglo XX

Victoria Combalia

Un nuevo espacio expositivo para el arte se acaba de inaugurar en Milán, una ciudad que, a pesar de su fama cultural y de su protagonismo en otros terrenos, como el de la arquitectura, el teatro de vanguardia o el diseño industrial, no posee un verdadero museo de arte contemporáneo y relativamente pocos espacios destinados a exposiciones temporales. De ahí que la apertura de la Fundación Antonio Mazzotta, en el 500 del Foro Buonaparte, haya sido interpretada ya como un síntoma de la dinamización de la vida artística milanesa y como un espacio a tener en cuenta en el conjunto de las muestras europeas.El esfuerzo es doblemente meritorio porque se trata de una iniciativa privada, cuyo impulsor es el editor Gabriele Mazzotta, quien le ha dado el nombre de su padre, abogado y gran coleccionista. La fundación posee como patrimonio una exquisita colección de dibujos, con obras de Klee, Kandinsky, Grosz, Dix, Kubin, Modigliani, De Chirico, Morandi y otros artistas del siglo XX, algunas de las cuales pueden verse en la exposición inaugural.

Mazzotta quiere hacer de su espacio un lugar europeo y totalmente independiente de las modas y del mercado. Y puede permitírselo, a pesar de la dificultad de los tiempos, por el propio éxito conseguido en exposiciones anteriores organizadas por la fundación, pero mostradas en otras instituciones: baste citar De Van Gogh a Schiele, Cien imágenes de Andy Warhol, Viaje en Europa a través de las vues doptique, El sueño revela la naturaleza de las cosas (Goya, Hugo, Redon, K1inger), y, sobre todo, Klee: 300 obras y Kandinsky, que visitaron casi 200.000 personas.

Gusto personal

La fundación se ha abierto con una muestra ambiciosa, con más de doscientas obras, titulada El dibujo de nuestro siglo: primera parte, de Klimt a Wols. Sin embargo, el enfoque no refleja una concepción objetiva de la historia del dibujo -faltan algunos grandes nombres y otros podrían ser intercambiables-, sino fundamentalmente el gusto personal de G. Mazzotta. Esta arbitrariedad no le resta mérito a la exposición, puesto que la calidad de la mayoría de las piezas es tal que finalmente resulta una magnífica selección de dibujos del siglo XX. Sobresalen en ellos los de Klinit, Schiele y Kokoschka, así como unos espléndidos Grosz y Otto Dix. El espectador se percata en seguida de que existe una predilección por el arte centro y noreuropeo: señalemos los magníficos Kubin (14, todos procedentes de fondos de la fundación) y los Wols. El arte italiano está representado con obras de Boccioni (estudios para los Estados de ánimo), Ballá, Severini, Sironi y Morandi. Miró, entre otros, con tres dibujos de 1930; Dalí, con cuatro piezas. Entre los surrealistas destacan los bellos Marson, Tanguy y Max Ernst. Picabia, Duchamp, Matisse, Picasso, Klee,,Beckman, Kandinsky y Malevich están igualmente bien representados. Entre las exposiciones futuras se anuncian 100 cadáveres exquisitos; la Bauhaus; El teatro judío de Moscú de Chagall, y Henri Michaux.

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