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Los premios del World Press Photo viajaran a España en mayo y junio

Los horrores de la guerra, la muerte, el dolor y el sufrimiento se han instalado entre las paredes de la Nieuwe Kerk, una iglesia situada en la plaza del Dam, en Arnsterdam, a través de los trabajos de los fotógrafos galardonados con el World Press Photo 1993. La exposición, que permanecerá abierta durante dos semanas, se inauguró con la ceremonia de entrega de los premios que corrió a cargo del primer ministro holandés Ruud Lubbers.Las 200 fotografías seleccionadas podrán verse en los próximos meses en 40 países, entre ellos España. Toledo acogerá la muestra en el mes de mayo y la Biblioteca Nacional de Madrid será su sede a partir del 10 de junio y durante tres semanas.

A la cita faltaron algunos de los premiados "por problemas económicos", según manifestaron fuentes de la organización. Esta circunstancia permite dar una idea de las dificultades que los periodistas gráficos tienen para dar salida a su obra. El trabajo del propio Larry Towell, fotógrafo canadiense ganador del certamen, fue publicada por primera vez un día antes de que el jurado pronunciara, el 11 de febrero pasado, su veredicto. Su fotografía de niños con armas, una imagen tristemente cotidiana entre los palestinos que viven en los territorios ocupados por Israel, fue el tema que los nueve miembros del jurado seleccionaron como ganador indiscutible del World Press Photo del año. También resultó premiado el fotógrafo español Ricardo Dávila, con su serie Los niños de Chernóbil en Cuba, publicada por El País semanal en octubre de 1993.

En blanco y negro

Ésta es la recompensa más preciada que desde 1955 se concede anualmente en Amsterdam como estímulo del interés internacional en la fotografía de prensa para lograr la libertad de la expresión artística. El trabajo de Towell, que recibió 15.000 florines (más de un millón de pesetas), fue elegido entre las 23.000 fotografías enviadas por más de 2.400 fotógrafos de 93 países.A pesar de que el 60% de los trabajos presentados eran en color, la mayoría de los fotógrafos aseguran que prefieren trabajar en blanco y negro. "Cuando no hay color, no hay movimiento, queda más sitio para la imagen y para el trabajo del mismo fotógrafo", explica Towell, que pasa la mitad del año trabajando el campo, escribiendo poesía en una granja canadiense. Los seis meses restantes los emplea en contar al mundo lo que ve, porque, según asegura, "el fotógrafo no es sino un narrador de historias".

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