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De España, buen aire y buenas bodas

Dice un viejo refrán portugués que De Espanha nem bon vento nem bon casamento. O sea que nuestros vecinos no querían saber nada de lo que viniera de España. Los recelos lusos hunden sus raíces en la época de Felipe II, que anexionó Portugal a la Corona española en un dominio que se prolongó desde 1580 a 1640.Unas relaciones mutuas marcadas por amores y odios, por envidias y desprecios, recorren la historia de un vecindario que comparte un mismo espacio geográfico y cientos de kilómetros de frontera.

La desconfianza portuguesa hacia el paisano más poderoso fue acrecentada por los dictadores Franco y Salazar que sólo unieron a sus dos países en la verborrea fascista y en el aislamiento del resto del mundo. El ingreso de España y Portugal en la CE en 1986 obró el milagro de romper una desconfianza siempre artificial, pero que raya o absurdo entre Galicia y Tras os Montes o entre Extremadura y el Alentejo.

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"Los portugueses", comenta el esritor Cardoso Pires, 'hemos pasado de una instrucción militar en la que nos enseñaban, hace 40 años, que el enemigo era España a un interés creciente por la literatura o por el cine españoles. Desde el ingreso en la CE la cultura ha quedado envuelta en una tela de araña de contactos múltiples. España es hoy para Portugal un vecino abierto a la modernidad". Los escaparates de las librerías de Lisboa han pasado en poco tiempo de presentar a Cela o Delibes como únicas ofertas, a exhibir traducciones continuas de jóvenes escritores españoles.

Los datos económicos resultan todavía más elocuentes. Más de 2.500 empresas españolas operan en la actualidad en Portugal y unos 800 ejecutivos residen en Lisboa o en Oporto. España es el primer suministrador y el segundo comprador de productos portugueses. Un total del 18% de las importaciones lusas procede de España. Pero las relaciones van más lejos de las industrias textiles o de los bancos. La capitalidad cultural de Lisboa ha atraido a cientos de miles de turistas españoles en los últimos meses. Hasta los matrimonios mixtos han aumentado. No cabe duda de que el refrán ha pasado a la historia.

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