"Si me proporcionan un ratón con cáncer, yo podría serle muy útil"
Si como Hellströjm prevé, funciona la bomba biológica que ha desarrollado junto a su mujer en los laboratorios Bristol-Myers de EEUU, el tratamiento antitumoral entrará en una nueva era. De momento su honradez científica sólo le permite asegurar: "Si me presentan un ratón con cáncer podría serle muy útil".
Los científicos que se enfrentan al cáncer, hombres en su mayoría, no comparan su trabajo con un reto o una partida de ajedrez frente a un jugador muy inteligente. Lo consíderan la guerra. Por eso su terminología está llena de soldados, espías, bombas y balas de plata. Karl Erick Helltröm encontró su misil, el BR-96, o su proyectil dirigido, como prefiere denominarlo: la combinación de un anticuerpo monoclonal y un medicamento quimioterápico que mata selectivamente a las células cancerosas, salvando a las demás. En la década de los años 50 era estudiante en el Instituto Carolinska de Suecia. Después de ejercer como profesor durante muchas décadas y de haber escrito miles de artículos, quería ver si podía hacer algo en la práctica que funcionase.Pregunta. ¿En qué ha cambiado su visión del enemigo durante tantos años?
Respuesta. Se trata: de un enemigo que está perdiendo terreno gradualmente, pero no a la velocidad que queremos. El problema es que hay muchos tipos de cáncer, e incluso dentro de cada uno uno hay diferentes comportamientos celulares. Por eso hacen falta muchas armas en esta guerra.
P. Usted tiene puestas muchas esperanzas en la bomba biológica.
R. Para serle sincero mi esperanza está en aprender, en obtener más conocimientos. Poder conocer si este tipo de imnunoconjugados o proyectiles dirigidos tienen algo que ofrecer en el tratamiento de los carcinomas humanos. Cuando comenzamos, los efectos obtenidos al principio fueron bastante pequeños. Pienso que lo que mis colegas y yo hemos sido capaces de probar con el tiempo es que en modelos animales es posible curar tumores, incluso relativamente extensos. Claro que el hecho de que funcione en animales no prueba que ocurra lo mismo en las personas.
P. ¿Cómo fue el siguiente paso?
R. Lo primero que hicimos fue una serie de experimentos sobre efectos tóxicos en ratas, monos y perros. Los perros expresan aún más estos antígenos tumorales, por lo que cabía pensar que sería más tóxico para perros que en humanos. Encontramos que sí. Y como no somos veterinarios, pasamos a los humanos. Empezamos en diciembre de 1993 con el ensayo clínico en dos grandes centros norteamericanos de tratamiento contra el cáncer, uno en Alabama y otro en Houston. Tenemos experiencia con 20 pacientes, pero es demasiado, pronto para expresar cualquier cosa. Estamos intentando determinar en primer lugar cuál es la dosis máxima tolerada por un paciente, con unos efectos secundarios aceptables. Mi experiencia es que cuando trabajamos en humanos, los resultados nunca son mejores que los obtenidos en modelos animales; por el contrario, siempre se empeoran. No estamos todavía en ese punto; no hemos llegado a esa dosis suficientemente alta adonde sabemos que tenemos que llegar para tener la posibilidad de obtener algún éxito.
P. ¿Qué supondrá el éxito?
R. Uno tiene que ser muy cuidadoso, pero estar lleno de esperanzas. Practicamente cada mes hay un paso adelante en el tratamiento del cáncer. Lo que me gustaría mucho es demostrar que este tipo de proyectil dirigido contra el cáncer de pulmón, de mama o de colon sea realmente un hecho posible en humanos. Si lo probamos, nuestro equipo habrá hecho una gran contribución científica como un punto de inicio para tratar el cáncer de otra forma.
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