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Un memorión utiliza las clases de una facultad para hacer publicidad

Antonio Jiménez Barca

Enrique Ortega es capaz de recordar perfectamente, sólo con escribirlo, un número de 80 cifras sin olvidar un solo dígito. Los estudiantes de Ciencias de la Información de la Complutense tampoco olvidarán que cuando este hombre de 32 años interrumpía sus clases para hacer una demostración de su increíble capacidad nemotécnica les entregaba un folleto con el número de teléfono de la academia Ripollés, en la Gran Vía, donde por 8.000 pesetas les daría un curso de 10 horas pra ejercitar la memoria.

"El martes pasado entró en el aula, mientras estábamos dando clase, y nos dijo al principio que le ayudáramos a entrar en el Guinness", cuenta un estudiante de cuarto curso. "Después escribió en la pizarra un número de 80 cifras con números que nosotros le íbamos dando, se dio la vuelta y lo repitió sin equivocarse. Al final de la demostración, que duró casi una hora, anotó en la pizarra el número de teléfono de la acadernia". Ortega recibió autorización del. vicerrector de Ordenación Académica, Carlos Pérez Reyes, para sus demostraciones nemotécnicas. El problema es que este aspirante al libro Guinness entendió que el permiso incluía la publicidad de su curso en la academia Ripollés.

"Soy el único responsable"

"Me considero el único responsable", decía ayer el memorión Ortega. "Yo no imaginé que lo que estaba haciendo estaba mal hecho". Este especialista calcula que en los siete días que estuvo de aula en aula recorrió más de 20 clases y habló a cerca de 3.000 alumnos.

La mayoría de los profesores, al saber por Ortega que había de por medio un permiso del vicedecano, le dejaban hacer. "Yo le dejé entrar en el aula y que, durante la hora, hiciese la demostración. Y al final reconozco que repartió unos folletos, pero yo ni me fijé de qué eran", cuenta Javier del Rey, profesor de Teoría de La Información.

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Ortega empezó la semana pasada su recorrido, y las quejas de algunos alumnos surgieron inmediatamente. En cuanto llegaron a oídos del vicedecano de Ordenación Académica, hace un par de días, éste detuvo la exhibición.

"Me dijo que los alumnos se habían quejado y que tenían razón, porque había una cosa económica de por medio", cuenta Ortega. "Por parte de la Universidad ha habido siempre buena fe, y por mi parte, la imprudencia y la negligencia", se explicaba ayer Ortega. "Pero hay que tener en cuenta también que al final de la demostración muchos aplaudían", explica el profesor uruguayo.

Un representante de la academia Ripollés explicó ayer que la vinculación que existe entre este centro y Ortega estriba únicamente en que el profesor utiliza una de sus aulas para impartir sus clases, sin que por esto el centro reciba ningún dinero.

Por su parte, Ortega contaba ayer que no sabía muy bien cuántos alumnos tenía inscritos (el curso teóricamente empezaba ayer por la tarde) y que no sabía si al final se daría: "Hoy he tenido una mala noticia de mi familia y no sé si tendré que dejarlo todo. Lo que es seguro es que el Guinness [quiere memorizar un número de 200 cifras nada más serle enunciado] ya no lo intentaré aquí", decía.

Cómo deslumbrar con neuronas bien entrenadas

Enrique Ortega exhibió ante los estudiantes las siguientes habilidades memorísticas: 40 alumnos decían un número cualquiera de dos cifras, él los apuntaba en la pizarra y luego los repetía todos seguidos en orden ascendente y descendente; resolvió una raíz cuadrada de un número de seis dígitos en menos de cinco segundos; un alumno le prestó un libro y Ortega leyó en alto 10 frases, las numeró y luego fue capaz de repetirlas en el orden en que le pedían los estudiantes; memorizaba listas de más de 20 palabras elegidas al azar por los alumnos.Al final de esta última habilidad, avanzó algo de su técnica: visualizar las palabras; así, si la primera es televisión y la segunda mono y la tercera amor pues uno se imagina una televisión y después un mono viéndola, que está enamorado. "Parecía el hipnotizador de Hola Raffaela", decía ayer un alumno. "Pero no se puede permitir que haga publicidad en clase", añadió.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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