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Un secuestrador libera a un taxista al no creerle la familia de la víctima

Jan Martínez Ahrens

Un secuestrador liberó ayer a un taxista tras comprobar que su familia se negaba a creer lo sucedido. El agresor, que retuvo durante seis horas a la víctima, pidió por teléfono un rescate de tres millones de pesetas al padre del conductor. La incredulidad paterna desbarató sus planes, según informó la Jefatura Superior de Policía. El taxista, de 31 años, fue descubierto a las 10.30 en el aparcamiento del centro comercial Gran Vía-Hortaleza, encerrado en el maletero de su Volkswagen Jetta. Sus patadas habían alertado a una pareja. Durante el secuestro permaneció esposado y encapuchado.

El taxista, cuyo nombre de pila es Luis, conducía el taxi por el barrio de Hortaleza. Eran las cuatro de la madrugada. Un hombre paré el vehículo. Pidió que le llevase a la localidad de Pelayos de la Presa, en el extremo suroeste de la Comunidad. La bandera bajó.Durante el trayecto, el cliente cambió su destino. Esta vez quería que el conductor le llevase hasta El Tiemblo (Ávila). El taxista, que desconfiaba de su pasajero, se negó a variar el destino. Estalló la discusión.

El cliente sacó una pistola. Le conminé a que detuviera el vehículo. Acto seguido, según la versión policial, le esposó las manos por la espalda con unos grilletes, le tumbó en el asiento de atrás y le tapó la cara con una capucha.

Horas más tarde, al amanecer, le exigió al taxista el número de teléfono de su padre y de otros familiares. Una vez los obtuvo, paré en un lugar indeterminado de Madrid para amordazar a Luis con una tira de papel engomado y encerrarle en el maletero del vehículo.

Así inmovilizado, el secuestrador llamó al padre de la víctima. El rescate ascendía a tres millones de pesetas.

Según la reconstrucción de la Jefatura Superior de Policía, el amenazante relato chocó contra el muro de la incredulidad paterna. No se lo creía.

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Imagen grabada

El agresor cortó la conversación y volvió al vehículo. Pasaron unas dos horas y media al volante. Sobre las diez de la mañana, el Volkswagen Jetta blanco entró en el aparcamiento del centro comercial Gran Vía-Hortaleza.

El secuestrador salió y volvió a llamar, según pudo saber este periódico, a la familia. Lo hizo en el mismo centro comercial. Una mujer que acudía a comprar le vio. Las cámaras del centro grabaron sus pasos. Iba solo.

Media hora después, las patadas del secuestrado contra el maletero alertaron a una pareja, que avisó a los servicios de vigilancia. Dos guardas jurados abrieron el maletero. "El hombre estaba muy nervioso", recordaba ayer uno de los vigilantes que estuvieron presentes en su liberación. Al salir, el taxista, al que habían robado la recaudación, contó que el secuestrador, antes de abandonarle, se había hecho pasar por etarra y le había amenazado con matarle si hacía ruido.

Sobre las doce, el agresor llamó a diversos medios de comunicación para indicar que en el maletero de un coche del aparcamiento del Pryca de Hortaleza se hallaba un hombre secuestrado. Como prueba de la veracidad de su relato facilitó la matrícula del vehículo.

Una de las principales pistas de que dispone el Grupo de Secuestros de la Brigada de la Policía Judicial de Madrid es la grabación efectuada en el centro comercial. También se investiga la razón por la que el secuestrador quiso viajar a El Tiemblo.

El taxista secuestrado declinó ayer hablar con este periódico por encontrase excesivamente cansado.

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Sobre la firma

Jan Martínez Ahrens
Director de EL PAÍS-América. Fue director adjunto en Madrid y corresponsal jefe en EE UU y México. En 2017, el Club de Prensa Internacional le dio el premio al mejor corresponsal. Participó en Wikileaks, Los papeles de Guantánamo y Chinaleaks. Ldo. en Filosofía, máster en Periodismo y PDD por el IESE, fue alumno de García Márquez en FNPI.

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