Los protectores
La tradición española es que la gente necesita andaderas para andar sin riesgo. Parece normal, tratándose de niños, y en la fase inicial de su aprendizaje. Pero aquí es distinto: la gente necesita andaderas para andar siempre, aunque se caigan de maduros. De lo contrario, serán arrollados por el tráfico, o sea, por el mercado. El mercado no es sólo espacio económico en él que se realizan transacciones. Está lleno de peligros, según parece suponerse. El que se aventure por allí puede ser devorado. De ahí las andaderas que eviten el riesgo de no romperse la crisma.El ideal de todo buen gobernante español es ponérselas a alguien. Y en ocasiones existen. Porque el número de menesterosos es infinito. Siempre hay alguien a quien proteger... del mercado, del mercado libre, se entiende, que del mercado en sí no hay quien se escape, si quiere subsistir. En último extremo, siempre está el "interés público" para suplir la deficiencia de desposeídos y débiles. Todas las tradiciones españolas convergen en ese punto. El político más significativo de la derecha española de la preguerra, don José Calvo Sotelo, creó, que yo recuerde, el monopolio de petróleos (Campsa) y parte sustanciosa de la banca oficial. Lo que hizo la derecha vencedora de la guerra civil se sabe muy bien: se aplicó concienzudamente a la nacionalización y reglamentación minuciosa de todas las actividades económicas. La tradición social-cristiana colaboró eficazmente, pues se trataba de proteger a las víctimas del capitalismo, según la doctrina pontificia. El derecho laboral español ha sido, durante decenios, ejemplo de rigidez. La tradición marxista, para qué voy a contar: desde los que querían nacionalizar la banca hasta quienes, desmarxistizados pero no por ello menos socialistas, asumen hasta la importante función pública de empresarios de eso que en inglés se llama el show business; los nacionalistas catalanes (vinculados a grupos liberales), han creado una televisión pública con cargo al contribuyente, y se oponen a la libertad de horarios comerciales y a la eliminación de la prórroga forzosa de los contratos de arrendamiento de los locales comerciales; los sindicatos miran con recelo los fondos de pensiones, a suscribir libremente por los trabajadores a pesar de sus limitaciones; los arquitectos no quieren dejar de cobrar según tarifa a través del colegio, y con el dinero por delante. El otro día me comentaba un amigo que quizá el más cercano precedente de político liberal coherente(en lo económico) había sido un revolucionario, don Laureano Figuerola,catalán que inventó la peseta allá hace más de un siglo y cuarto y que no dejó mucha escuela que digamos.
Desde hace unos treinta años, aproximadamente, ha habido, sin embargo, unos cuantos españoles que por lo general han aprendido lo que saben con poca reverencia por las tradiciones patrias, y han predicado, con la palabra y el ejemplo, que a lo mejor si a la gente se le quitan las andaderas también puede andar y hasta han practicado estas teorías con buena fortuna. Peligrosa doctrina. Afortunadamente, siempre hay alguien que responde a las idas de la tradición, de honda raíz ética, cristiana, socialista, nacionalista o estatista sin más. Que todo es por nuestro bien.
Ahora tenemos la protección en marcha con la anunciada ley de arrendamientos urbanos; no habrá, según el proyecto, arrendamientos de vivienda que duren menos de cuatro años. ¿Para proteger a quién? Porque no parece que haya un clamor popular en ese sentido, y mucha gente, que estaría dispuesta a arrendar su vivienda por un año o dos o así, se limitará a no arrendarla; una norma que restringe la oferta y, por tanto, elevará el precio de los alquileres. Se entiende lo de la antigua prórroga forzosa, a pesar de sus desastrosas consecuencias económicas. Lo que no se entiende es, en una ley con dosis razonables de libertad, esa protección de cuatro años .. ; el caso es proteger, aunque nadie lo pida, aunque el protegido pueda resultar hasta perjudicado. La protección suele estar ligada, de manera más castiza, al arbitrismo, como en esa previsión de apoyo. que afectará a quienes tengan una renta no superior a 2.800.000 pesetas anuales, garantía de espléndida cosecha de engaños, abusos y pleitos. No hay que perder ocasión de proteger, de poner andaderas. Si es que es un país de minusválidos, qué me va usted a contar. Tampoco hay que perder ocasión de enmendar lo bien hecho, aunque sea por gente del propio partido. Pura tradición.
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