'Sufro más de la cuenta
Él mismo lo había dicho en cuantiosas entrevistas: "Admiro a la gente que vive sin problemas, personas que miran el mundo con despreocupación y no se atormentan. A diferencia de ellos, yo sufro' más de la cuenta". Podría interpretarse como una premonición, a la que una reciente sobredosis en Roma dio carta de naturaleza. Kurt Cobain se suma a la lista de muertos célebres del rock, y ya es el primer mártir del grunge.
Lo cierto es que el rock and roll ha generado una ristra de cadáveres célebres, artistas que murieron en plena juventud y, lo más significativo, cuando su capacidad creativa estaba más alta. Debido a ello, sus figuras han sido mitificadas por la memoria popular, porque no dieron opción a la decadencia. Antes de que llegase ya se habían ido.Consumo inmediatoAun a riesgo de valorarlo sin la distancia del tiempo, podría establecerse un paralelismo entre la música rock y la fugacidad de la vida de alguna de sus estrellas. Si una canción de rock está hecha para ser consumida de inmediato y carece de intención de trascender, podría pensarse que sus hacedores corren la misma suerte consciente o inconscientemente. Es obvio que, menos los suicidas, nadie piensa en su propia muerte, pero no parece menos notable que un Jim Morrison o un Brian Jones vivieron con intensidad y sin pensar en el futuro. Paradójicamente, sus canciones les han sobrevivido, y es muy probable que sea porque eran el fruto de una pasión que, de no ser autodestructiva, no las hubiese generado.
Además, si hay algo propio del rock es la actitud genérica, una respuesta visceral y apasionada al mundo que rodea a sus intérpretes. Estos no suelen sustraerse a la velocidad e instinto destructivo que acarrea una respuesta formulada en tres minutos de pasión. Por supuesto que no todos mueren, pero casi todos caminan parte de su vida por la senda de los excesos, una socorrida vía para la introspección. Que gente como Keith Richards o Iggy Pop continúen vivos es casi un milagro de la ciencia.
Por si fuera poco, y a diferencia de otros artistas, el músico de rock alcanza la fama y el dinero muy joven, mucho antes de que una personalidad aún por asentarse pueda resistir el impacto desequilibranteimplícito en la popularidad y los millones. Todo ocurre de súbito, apenas sin tiempo para pensar y se vive a toda pastilla.
El mundo parece rendido a sus pies. Por ello se acepta que el rock devora a sus propios hijos, sustrayéndoles de paso a la decadencia que aguarda a los mortales. Según como se mire es una suerte: ¿alguien se atreve a imaginar como seria un Hendrix cincuentón, una Janis Joplin rodeada de nietos, un Keith Moon reflexivo, o un Sid Vicious en la entrega de los grammys?
Babelia
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