Provocación norcoreana
EL GOBIERNO de Pyongyang ha respondido con una negativa rotunda al llamamiento que le dirigió el 4 de abril el Consejo de Seguridad pidiéndole que autorizase la continuación de las inspecciones de sus instalaciones nucleares. El tono de esta segunda respuesta negativa recuerda los momentos más tensos de la guerra fría. El Gobierno norcoreano afirma que las inspecciones parciales llevadas a cabo (consideradas insatisfactorias por los especialistas que han tomado parte en ellas) son ya suficientes y que la ONU no tiene derecho a ocuparse de sus planes atómicos. Acusa a la ONU de actuar al servicio de EE UU y asegura que Pyongyang no se someterá a sus dictados. Estos razonamientos son una falacia y están formulados con absoluta mala fe. El control de las instalaciones nucleares es una regla general que se aplica a todos los firmantes del Tratado de No Proliferación Nuclear.La negativa norcoreana a la inspección tiene un significado especial, dado que el llamamiento del Consejo de Seguridad había sido suscrito por todos sus miembros, incluida China, país que conserva relaciones estrechas con Pyongyang. La firma china permitía abrigar cierta esperanza de que el Gobierno de Kim estuviese dispuesto a iniciar conversaciones. No ha sido así. La negativa ha sido sin paliativos.
¿Cuáles son los planes del Gobierno norcoreano? En la hipótesis de que disponga ya de las dos bombas atómicas que le adjudica el Pentágono, sus proyectos podrían orientarse -aparte de utilizar este instrumento para intimidar a su vecino del sur- a vender bombas atómicas a países de Oriente Próximo. Esto podría dinamitar los planes estratégicos de EE UU y pondría en cuestión todo el futuro del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), que debe renovarse el año próximo. Daría además a Corea del Norte un peso desmedido en la política asiática, que afectaría a las actuales relaciones entre EE UU, Japón y China:. Ninguno de estos tres países tiene interés en ese nuevo papel de un Kim II Sung dotado de armas atómicas. Pero este anciano dictador sí podría alimentar a partir de esta obtención de la bomba nuevos planes demenciales en la última etapa de su vida.
Puede que su actual política de obstrucción sea ante todo una maniobra para arrancar ventajas económicas en futuras negociaciones con EE UU. En todo caso, Washington prepara una respuesta a la peligrosa política coreana, introduciendo la firmeza de un modo progresivo para dar así las mayores posibilidades al régimen comunista para que dé marcha atrás en un momento u otro. La próxima etapa será decretar sanciones económicas contra Corea del Norte. Ya está haciendo los mayores esfuerzos para que Rusia y China se sumen al boicoteo. Tal medida colocaría al dictador norcoreano en una situación difícil.
En el caso de que estas medidas no dieran resultado en seis meses, el plan de EE UU incluye otras de carácter militar, aunque sin empezar las hostilidades de inmediato. Pero las reacciones de Corea del Norte en ese momento podrían precipitar la guerra. Las Naciones Unidas se hallan en una encrucijada angustiosa: para aplicar sanciones económicas puede haber un amplio acuerdo, pero la idea de medidas militares despierta muchos recelos y temores. Por ello, lo más importante en estos momentos sería la formación de una alianza con China, Japón y Rusia, capaz de convencer a Pyongyang de que no siga su línea descabellada.
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