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El 47% de los españoles opina que debe renunciarse al uso de la energía nuclear

Una encuesta del CIS apunta como principal peligro los residuos radiactivos

El 85% de los españoles considera peligrosa la energía nuclear. El 47% opina que, dados esos riesgos, debería renunciarse a su uso; el 37% cree que, a pesar de todo, es necesaria. Ésos son tres de los, principales resultados de la última encuesta disponible del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) sobre energía nuclear, realizada en diciembre de 1992, pero cuyos datos estaban embargados hasta hace tres meses. El principal inconveniente que ven los españoles a la utilización de esta energía es el almacenamiento de los residuos radiactivos, por encima incluso del riesgo de accidentes.

"Los españoles siempre se han destacado por una oposición muy alta a las nucleares", reconoce Matilde Ropero, jefa de la Secretaría General del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) y responsable de publicaciones de este organismo. El CSN recuerda que en otra encuesta similar de julio 1991 el porcentaje de quienes veían peligrosa la energía atómica era del 91%.Un portavoz de la Agrupación de Municipios Afectados por Centrales Nucleares (AMAC) cree que a raíz del accidente. de Chernóbil, en 1986, se ha agudizado en la población el sentido de alerta y desconfianza respecto a las centrales atómicas.

El sondeo (4.277 entrevistas en 203 municipios, con mayor peso de aquellos. que se encuentran en los entornos de instalaciones radiactivas, y con un margen de error de ±2) muestra que el 54% cree que la tecnología actual aún no ha conseguido soluciones aceptablemente seguras para las centrales nucleares (sólo el 19% piensa que sí).

La tercera parte de los encuestados considera que las medidas de seguridad de las centrales españolas son iguales que las existentes en el resto de la UE y en Estados Unidos; otra tercera parte piensa que son menores; y otro tercio no sabe. Un residual 2% piensa, que las medidas son mejores.

Otra encuesta realizada el pasado otoño por la empresa Gabise para AMAC (1.000 entrevistas telefónicas, con un error muestral máximo de ±3,2), indica que el 81% de los encuestados ve las centrales nucleares como muy o bastante peligrosas; en un sondeo similar de 1992, ese porcentaje era del 77%. A pesar de eso, las personas que son absolutamente contrarias a esta fuente energética han bajado de 1992 a 1993 de un 44,8% a un 38,4%.Riesgo subjetivo

Matilde Ropero subraya que la percepción de riesgo por el ser humano es algo muy subjetivo que no se corresponde con el riesgo real. Algo similar a lo que sucede, por ejemplo, con aviones y automóviles. Aunque mueren muchas más personas en carretera, el avión levanta unos recelos muy difíciles de superar para muchos.

Otra parte de la encuesta indica que los ciudadanos no conocen el Consejo de Seguridad Nuclear. No llega al 10% los que saben que existe y cuál es su nombre exacto. Sin embargo, el 52% piensa que las actuaciones de este organismo son lentas. A la pregunta de qué es lo que peor hace el CSN, la mayor parte contesta que informar a la población (mucho peor que controlar la seguridad de las nucleares y las instalaciones radiológicas). El 88% es partidario de que el CSN organice campañas de información pública sobre las ventajas e inconvenientes de la energía nuclear, y el 94% pide que las haga en televisión.

Matilde Ropero ve peligroso buscar la popularidad, porque se puede caer en la frivolidad. 'Tos mensajes en televisión entrañan también un riesgo serio", añade. "Porque es un medio que exige mensajes cortos y sencillos. Lo que hagamos puede parecer un anuncio. Y nosotros no somos un organismo de promoción de la energía nuclear. Los temas nucleares son muy difíciles, porque a la gente hay que explicárselo todo desde el principio; no conoce ni la terminología". En cualquier caso, reconoce que quizá debieran hacer mayores esfuerzos e comunicación.

Ahora, el CSN no cuenta con un centro de información al público en su sede en Madrid. Mil cuatrocientos ejemplares de sus publicaciones de carácter divulgativo se reparten entre ayuntamientos, universidades, colegios profesionales, medios de comunicación... Ropero admite que, hoy por hoy, el CSN no tiene capacidad para llegar al gran público.

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