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El popular café cantante madrileño cae atrapado en las garras de la especulación

El Avión Club, auténtica reliquia de los cafés cantantes madrileños, aterriza definitivamente. Atrapado en las garras de la especulación inmobiliaria, el 9 de abril efectuará su último vuelo. Y con él se va medio siglo de historia. Ha sido más que un café: coto de concordia, tangos, tolerancia, mentidero, conspiraciones, pasodobles, risas y boleros. Al fondo, el piano y César Martínez tocando Les feuilles mortes, El sitio de Zaragoza, el Boogie-boogie... Y todo a media luz.

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Tócala otra vez, César

El Avión Club, ubicado en el número 99 de la calle de Hermosilla, se inauguró el Domingo de Resurrección del año 1950. Hasta sus últimos momentos ha mantenido el talante de cafetín de posguerra. Daba la impresión de que en cualquier momento podía irrumpir una manada de espías persiguiendo a Humphrey Bogart. De hecho, lo que más ha sonado durante todo este tiempo ha sido, precisamente, Casablanca, como ha reconocido muchas veces César Martínez, pianista del bar los últimos 30 años.El tema central de esa película ha sido interpretado por César unas 10. 000 veces, según cálculos bastante fiables. En el segundo puesto de este hit parade particular está otra pieza muy relacionada con el cine, el espionaje y la guerra fría: El tercer hombre.

Vividores en general

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Políticos, escritores, caballeros de fortuna, faranduleros, profesionales de la reventa, taurófilos, representantes de la basca roja, héroes de la División Azul, tahúres, periodistas, médicos, taxistas, cantautores, policías, masones, agentes secretos y vividores en general: todos ellos hacían los coros a don Antonio, conocido como Chevalier, elegante caballero jubilado, ex inspector del Instituto Nacional de Previsión. Chevalier hacía versiones procaces del himno cuartelario Carrascal. Otras veces se arrancaba por Louis Armstrong.

Algunos de los personajes que por allí pululaban eran tipos de película, como Valeriano, fascista confeso, delirante conversador. El 23-F de la tejerada, Valeriano acudió eufórico a media noche al Avión. "No os preocupéis", dijo; "el golpe está hecho y es un éxito, pero aquí estoy yo para defenderos".

De vez en cuando entraban algunos provectos y atildados señores. En cuanto César Martínez los veía, interpretaba Lili Marleen. Ellos escuchaban en silencio y, en ocasiones, sin poder contener la lágrima. También frecuentaba el local el mítico Timbas, maestro del póquer clandestino, dandi, enamoradizo, retórico barroco: una noche de intensa lluvia, deseoso de conseguir los favores de una señorita, salió con ella del bar y le puso a sus pies como alfombra el carísimo abrigo que había estrenado ese día.

Estos casi 50 años de historia fascinante han sido posibles gracias a la categoría humana de los dueños, Leonor Toral y Manuel Zapatero, hoy jubilados; Aurora, la inolvidable señora del tabaco, cúmulo de ternura y discreción. Y César Martínez, un músico extraordinario, sabio, callado, solitario, lo más parecido al protagonista de Piano man, la famosa canción de Billy Joel.

Cuando el 9 de abril cierre su puerta para siempre, muchos de los que allí vivieron horas felices caminarán por el barrio de Salamanca susurrando: "Desde que se fue, triste vivo yo".

Los actuales propietarios del Avión, que tenían el local arrendado desde el año 1950, entregarán las llaves el próximo día 11 en un juzgado madrileño. La titularidad del café -que pertence a varias personas, entre ellos los sucesores del fundador, el alemán Pablo May Cooch- ha sido uno de los elementos en que se han basado los abogados del propietario de la finca para expulsarlos. Durante toda esta semana el local permanece cerrado, como todos los años por estas fechas. Se reabre la semana próxima y el sábado cerrará por fin sus puertas.

En la actualidad, en el edificio sólo quedan cinco vecinos, un garaje de coches y el bar La Villa. Es posible que todos ellos sigan el mismo camino del mítico café.

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