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RELIGION

El funeral de Del Portillo fue solemne, pese, a lo anunciado por el Opus Dei

Quince cardenales, encabezados por el secretario de Estado Ángelo Sodano; dos decenas de obispos, innumerables sacerdotes con sotana -según costumbre de la institución-; los ex presidentes de la república, Francesco Cossiga y siete veces del Gobierno, Giulio Andreotti; embajadores y público seguidor llenaron ayer por la tarde la basílica de San Eugenio, en los funerales de Álvaro del Portillo, obispo prelado del Opus Dei fallecido en Roma el pasado miércoles. Presidió la misa solemne el vicario general de la Obra, Javier Echevarría, de quien nadie duda que será elegido sucesor.El Opus Dei había dicho que no quería montar una ceremonia de gran bombo, quizá por las críticas cuando la beatificación de José María Escrivá, su fundador, en mayo de 1992. Pero desde los carabineros de uniforme en la puerta, a la nutridísima representación de la Curia -los cardenales, y dos de ellos, Gagnon y Cassidy, con hábito coral, es decir, totalmente de rojo, máximo grado de solemnidad-, a los embabajadores, un concejal, las dos pantallas en las naves laterales del templo, y las procesiones al principio y final del acto la ceremonia, todo parecía dificultar creer que ésta hubiera sido ideada sin fasto.

"Fórmula de canonización"

En su homilía, Echevarría llamó a Del Portillo "pastor ejemplar de la Iglesia" y dijo que había dedicado la vida a estar junto al beato, que lo llamaba saxum, o sea piedra. El vicario general leyó parte del telegrama de condolencia del Papa, que nutre por la Obra una viva simpatía y que se presentó en la casa central el día del fallecimiento, para rezar ante el cadáver. "Al asegurar sus oraciones por el alma de nuestro prelado", dijo Echevarría del telegrama pontificio, "afirma que era 'un servidor bueno y fiel de Dios': son las palabras que el beato José María consideraba como la "fórmula de canonización", utilizada por Jesús mismo en el Evangelio".El vicario general salió al paso de quienes han sugerido de cambios en la Obra: "Con la desaparición física del primer sucesor se cierra una página irrepetible de la historia del Opus Dei", aseguró, "pero sería erróneo afirmar que empieza una nueva etapa. Como nos decía monseñor Del Portillo en 1975, al recibir la herencia de nuestro fundador, empezó entonces una etapa de continuidad y fidelidad al espíritu y enseñanzas del beato José María, una fase que no se cerrará jamás".

El funeral, al que asistieron el hermano de Escrivá, Santiago, dos hermanas y un hermano de Del Portillo y una decena de sobrinos, y que fue concelebrado por los consiliarios o primeras cabezas del Opus Dei en España e Italia, Tomás Gutiérrez y Mario Lantini, no fue de cuerpo presente. Del Portillo fue enterrado la tarde anterior, en ceremonia privada, en la casa central de la prelatura, en la misma tumba donde estuvo Escrivá hasta que el Papa lo declaró y fue trasladado al altar de la capilla.

Un nutrido servicio de orden, con tarjeta roja en la solapa y a veces más atento al protocolo que a la ceremonia, hizo que ésta no se saliera del guión.

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