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Las tumbas de la Almudena se llenan de agua por una filtración subterránea

"Pensar que los sepultamos en tierra y que ahora pueden estar encharcados en agua...". Esta ase resume el desasosiego de uno de los propietarios de las 50 sepulturas del cuartel 38 del cementerio de la Almudena afectadas por una inundación. Según los geólogos, la culpa es de un desplazamiento de tierra que ha elevado el agua hasta un estrato arcilloso, impermeable, del subsuelo, lo que impide el drenaje natural.

Un millón de difuntos reposan bajo las lápidas de la Almudena. Pedro Regalado Arias, a sus siete años, fue el primero en recibir allí sepultura, el 13 de septiembre de 1884. Desde hace dos meses, las máquinas de drenaje alteran el silencio de este camposanto. La Empresa Municipal de Servicios Funerarios asegura que las que se están drenando son tumbas vacías, y confía en que no será necesario levantar las 30 sepulturas ocupadas que se cree han resultado también afectadas.María del Carmen, viuda de Rubio, volvió "descompuesta" de la Almudena el pasado día de San José, primer aniversario de la muerte de su marido. La intranquilidad no deja de rondarle: "¿Horror? eso es poco". Y cuenta: "Cuando vi a la máquina junto a la tumba de mi marido pregunté a una señora qué pasaba, y cuando me dijo que las sepulturas estaban llenas de agua no se imagina lo que me entró por el cuerpo; sólo de pensar que eso estaba con agua... es que no quiero ni pensarlo".

Se enteró por casualidad, dice ella, a pesar de que la empresa asegura que se pusieron en contacto con los afectados. Como la viuda de Rubio, otros familiares se debaten entre el estremecimiento ante lo macabro de la situación y la esperanza de que el agua no haya calado en la sepultura de sus muertos. "Imposible saber exactamente en cuáles ha calado; habría que abrirlas todas, y eso sería complicadísimo y retrasaría la solución del asunto", explicó ayer Juan Antonio Valdivia, gerente de la empresa funeraria. Las obras, explica Valdivia, ya están casi concluidas. Se ha extraído el agua del subsuelo de las tumbas vacías, con la idea de que así se succionen las posibles humedades de los nichos ocupados.

La inundación se observó el pasado octubre, y las máquinas se pusieron a funcionar hace un par de meses, después de que los estudios de los geólogos revelaran la causa.

Algunos enterramientos vacíos se llenaron de agua, que alcanzó una altura de hasta medio metro. Los expertos confían en que el peso de los féretros y la arena haya evitado el ascenso del agua por las tumbas ocupadas. Entretanto, ofrecen a los propietarios de enterramientos otras zonas del cementerio para inhumar allí a sus difuntos.

El próximo 8 de abril, la dirección del cementerio mantendrá una reunión con los afectados (que son cientos, aseguran sus portavoces), para exponerles la situación. Algunos se lo toman con templanza de ánimo: "Es que la física no entiende de sentimientos", sentencia uno, "pero la procesión va por dentro".

No es la primera vez que ocurre. En junio de 1991 se observaron humedades en esa misma zona, y se arregló el asunto cavando zanjas para canalizar el agua. Sin embargo, no se zanjó el asunto. Las copiosas lluvias de este invierno han sacado a la luz las deficiencias de aquella solución. "Está garantizado que no volverá a ocurrir", dice Valdivia que aseguran los geólogos.

Ser dueño de un enterramiento a perpetuidad (durante 99 años) cuesta 460.000 pesetas. Algunos afectados -que prefieren el anonimato- no dudan en calificar de estafa que se hayan seguido vendiendo tierras para sepultura a sabiendas de que había problemas de humedades. Pero no quieren denunciarlo porque sólo persiguen que el problema se solucione y dicen que la empresa está poniendo todos los medios para que así sea.

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