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"El Centro Reina Sofía vive de pura necrofilia", asegura Antonio Saura

Guillermo Altares

El escultor Eduardo Chillida y el pintor Antonio Saura fueron convocados anoche en Madrid por la Fundación Central Hispano para participar en una mesa redonda sobre el Inicio y desarrollo del nuevo arte español. Pero estos dos grandes exponentes del arte español contemporáneo hablaron de muchas cosas, de las relaciones entre el arte y la ciencia (uno de los temas sobre los que disertó Eduardo Chillida el domingo, en su discurso de entrada en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando), de la nacionalidad de los artistas o del vacío que sufre el momento cultural español. "Vivimos en un momento cultural muy bajo. El Reina Sofía vive de necrofilia pura, sufrimos espejismos como Arco que es un quiero y no puedo", dijo Saura.Coincidiendo de forma involuntaria con la celebración del Día Internacional contra el Racismo, ambos artistas hicieron un alegato contra los delirios nacionalistas y la intolerancia. "Yo vengo de un sitio", aseguró Chillida. "Todos venimos de un sitio pero eso no nos puede hacer olvidar que todos somos hombres y, por tanto, hermanos". Antonio Saura continuó el discurso de su viejo amigo: "Picasso dijo que 'uno es siempre de su país'. Eduardo es vasco y a la vez universal. Todo artista debe ser cosmopolita".

Declaraciones de principios

Estas declaraciones de principios se produjeron a cuento de unas palabras de Saura en las que aseguró que "el arte español más importante del siglo se hizo en el extranjero y no se puede reivindicar como propio. Si Picasso se hubiera quedado en Málaga seguramente se hubiese pasado la vida jugando al ajedrez en el casino". Para este pintor, que formó parte del grupo El Paso, que dio un impulso fundamental al arte en la posguerra, "el arte español no ha sido constante sino desigual, incluso mediocre, pero enmarcado por individuos excepcionales. Es un arte que ha dado saltos históricos, monstruosos, por encima del pasado y del presente".Aunque en términos mucho más generales, Eduardo Chillida también defendió la idea de que el arte se produce en un lugar que está más allá de un tiempo y un espacio, de un pasado y de un presente. "Cuando hace unos días visité un nuevo museo cerca de Colonia [Alemania], que muestra obras maestras de muchas épocas y muchos lugares, al salir había algo que me inquietaba. Entonces me di cuenta de que el arte es siempre contemporáneo, porque la persona que entra en un museo y ve las obras, se emociona con su contemplación. Será siempre contemporánea de esa obra, ya sea un jarrón chino del siglo VI antes de Cristo o un Picasso. Quizá ésa sea la principal diferencia entre el arte y la ciencia. Copérnico demuestra que Ptolomeo estaba equivocado, luego Einstein demostró que Copérnico estaba equivocado. Pero Goya jamás tuvo que demostrar que Velázquez estaba equivocado".

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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