París y Bonn se tiran los trastos a la cabeza
Kinkel amenazó con "romper el espinazo a España", según el embajador francés
París y Bonn se tiran los tratos a la cabeza. Hay malentendidos y discrepancias en política exterior y en cuanto al desarrollo de las negociaciones para la ampliación de la Unión Europea (UE), además de malestar en la parte alemana por no haber sido invitados al 500 aniversario del desembarco aliado de Normandía durante la Segunda Guerra Mundial. La posición de España en esas negociaciones parece haber sido el desencadenante del último incidente franco-alemán.Fuentes diplomáticas han manifestado que el ministro de Exteriores alemán, Klaus Kinkel, se siente difamado por las declaraciones del embajador francés en Bonn, François Scheer, quien calificó de extrema dureza la postura del ministro alemán en las negociaciones para la ampliación de la UE y pidió explicaciones sobre la continuidad de la política exterior alemana en el contexto de Europa Occidental. El Gobierno de Bonn considera desacertadas las acusaciones de que realiza una política exterior arrogante.
En unas declaraciones a diversos medios de comunicación alemanes, en los que sólo se aludía a fuentes francesas, Scheer había acusado a Kinkel de "amenazar a España con romperle el espinazo" si no aceptaba los términos del compromiso con Noruega. El embajador francés en Bonn, que posteriormente negó las afirmaciones, había pedido a los periodistas que no le atribuyesen directamente los comentarios, pero el Ministerio alemán de Exteriores consiguió "por una indiscreción" identificar a la fuente y convocó a Scheer para expresarle su protesta.
Kinkel mantuvo también una conversación telefónica con el ministro francés de Exeriores, Alain Juppé, en la que, según la versión alemana, quedó claro que las acusaciones atribuidas al embajador carecen de fundamento.
Las críticas francesas a un comportamiento presuntamente arrogante de Kinkel también han encontrado eco en Alemania. El secretario de Organización del Partido Socialdemócrata (SPD), Günter Verheugen, ha calificado de "reacción desproporcionada" la petición de explicaciones al embajador francés. Y el encargado de Exteriores de la Unión Social Cristiana bávara (CSU), Gunter Müller, dijo que "las relaciones entre Bonn y París son demasiado importantes como para ponerlas en peligro".
Desde París se observa que algo va mal desde hace tiempo en las relaciones franco -alemanas, lo cual es confirmado por el exabrupto diplomático de Bonn. Hay discrepancias en cuanto a la ampliación de la UE y a las diferencias en política exterior, además de contabilizarse una larga serie de malentendidos. El romance político París-Bonn, establecido en 1963 por Charles de Gaulle y Konrad Adenauer, sobrevivió a sucesivas administraciones y sirvió como eje de la construcción europea. Pero la cosa se enfrió a partir de la unificación alemana, en 1990. Y los roces se hicieron frecuentes desde hace un año, cuando la coalición conservadora formó gobierno en Francia.
El nuevo jefe de la diplomacia francesa, Alain Juppé, imprimió un giro proatlantista y proamericano a la política del Quai d`Orsay, y, además, no logró establecer una buena relación personal con su colega alemán, Klaus Kinkel.
Luego llegó una cadena de desacuerdos. Los franceses se molestaron por la presión alemana sobre España durante las difíciles negociaciones para la ampliación de la UE. Previamente, los alemanes se habían molestado por la terquedad francesa en las negociaciones del GATT.. Mientras tanto, París miraba más y más hacia Washington (con frutos como la iniciativa franco-americana sobre el ultimátum a los serbios en Bosnia), y Bonn tendía a mirar hacia el otro lado, al Este, donde la unificación le había abierto una excelente zona de influencia.
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