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Vascos

Jorge M. Reverte

Auto de terminación. Aranzadi, Juaristi, Unzueta. Una alineación de lujo. Tres hombres de regate corto visión larga de la jugada presentan adornados a su pesar por un Rh de los que le gustan a Arzalluz, su definitiva visión sobre el País Vasco. Lo tres ironizan sobre el sujeto de sus escritos. Juan Aranzadi llega muy lejos y habla de la inanidad de este sujeto. Van más allá: dicen que escriben sobre lo inútil, que no valía la pena haber derrochado tanto esfuerzo.Desde Madrid (porque en un acto con vascos todo el mundo dice dónde ha nacido), quien siempre les ha leído escucha sus palabras con la: complicidad que niega este discurso narcisista. Los tres autores creen en parte lo que dicen, pero saben qué papel han jugado en reventar conciencias tranquilas.

Quizá este grupo de fajadores geniales desconoce lo útil de su discurso para otras latitudes. Los folios que se reúnen han servido para que mucho españoles hayamos analizado nuestras propias raíces. Porque todo discurso sobre el nacionalismo, sobre la ideología milenaria, sobre unidades de destino forjadas en mitos, es universal.

Cuanto más vascos han sido los análisis de Aranzadi, Juaristi y Unzueta, más españolas han sido sus consecuencias. El nacionalismo español se ha visto reflejado en el espejo de los vascos. Muchos hemos aprendido de ellos, de lo que analizaban en Euskadi, sobre nosotros mismos. Los desvaríos que la intolerancia provoca en algunos de los nuestros (con perdón, siento míos a los vascos) son nuestros desvaríos, los míos.

Muchos españoles de la meseta, como muchos vascos, quisimos ser catalanes (tolerancia, buen sentido, convivencia, desmitificación). Hoy, es curioso, escasean los catalanes que quieren ser catalanes como estos tres vascos. El nacionalismo español tiene muchas caras. Aranzadi, Juaristi y Unzueta, quizá sin quererlo, nos las muestran.

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