Cometer un tercer delito grave cuesta en California la cadena perpetua
Otro Estado norteamericano aprueba la ley de 'three strikes'
"Three strikes and you are out". A la tercera, eliminado. La expresión está directamente tomada del béisbol, pero se ha convertido en la punta de lanza de la lucha contra el crimen en Estados Unidos: tercer delito grave cometido, a la cárcel para toda la vida. Pete Wilson, gobernador de California, firmó la ley de los three strikes el pasado lunes y el Estado de Washington la aprobó abrumadoramente en referéndum hace cinco meses.Marlo Cuomo, gobernador de Nueva York, es un entusiasta partidario y el presidente Clinton, en el discurso sobre el estado de la Unión, defendió la incorporación de la medida a la Ley del Crimen que se está discutiendo en el Congreso.
A pesar de que las estadísticas indican que la criminalidad se mantiene estable, los norteamericanos sitúan el problema -ahora que la economía va bien- a la cabeza de las prioridades. La iniciativa de la cadena perpetua después del tercer delito proviene de los republicanos, pero su gancho electoral ha hecho que la mayoría de los demócratas, con el presidente a la cabeza, la abracen como si fuera suya. Treinta Estados están ahora mismo debatiendo leyes similares y observando atentamente los resultados prácticos en los lugares en los que está en vigor.
Respaldo popular
La medida tiene un respaldo popular innegable -el 80% de los norteamericanos la apoya- y sus defensores aportan datos oficiales para justificarla: el 62% de los delincuentes son detenidos de nuevo en los tres años posteriores a su salida de la cárcel. Las calles no son seguras, el sistema judicial es un coladero y los permisos de libertad condicional suponen un riesgo inaceptable que se traduce en víctimas.
Pero los argumentos contrarios no se han hecho esperar: la mayor parte de las sentencias se cumplen y sólo una proporción mínima de los detenidos en libertad condicional cometen delitos. Además, una ley como la de los tres strikes hará que los delincuentes reaccionen con violencia y a la desesperada si son sorprendidos en su tercer delito, porque no tienen nada que perder.
En los tribunales habrá menos acusados dispuestos a negociar su culpabilidad a cambio de sentencias más reducidas, una práctica habitual que ahorra tiempo y dinero.
Habrá que construir más cárceles y mantener en ellas a presos toda la vida. Y, lo que es mas importante, se impedirá la posibilidad de rehabilitación de los delincuentes.
En el Estado de Washington ya hay experiencias. Michael Johnson, &e 35 años, acaba de confesar el secuestro y la violación de una chica de 16 años. Condenado por cuatro violaciones anteriores, nadie discute que este último encierro debe ser definitivo. Pero con Larry Fisher, las opiniones se dividen: tiene 35 años, y desde que era adolescente ha tenido problemas con la justicia. No sabía que la ley había entrado en vigor y su tercer delito -un robo de 100 dólares en un bar- debería obligar al juez que se encarga de su caso a condenarle a cadena perpetua.
Las autoridades del Estado de Washington dicen que la criminalidad ha descendido desde la entrada en vigor de la ley. Pero reconocen que los enfrentamientos de la policía con los delincuentes son más violentos y reciben además las quejas de los Estados vecinos, a los que emigran los criminales con dos condenas.
La ley aprobada el lunes en California, que entró en vigor inmediatamente, prevé condenas a partir de 25 años para los culpables del tercer delito. Tiene carácter retroactivo y su cobertura es muy amplia, tanto que las cámaras están discutiendo ya una ley más detallada que se aplicará sólo a los crímenes violentos.
"Este ladrón es mi colega"
J. M. C. El californiano Mike Reynolds llevaba una apacible vida como fotógrafo especializado en bodas hasta que su única hija, Kimber, de 18 anos, fue asesinada en 1992 por un delincuente en libertad condicional. Reyno1ds dejó de pedir sonrisas a los novios y empezó a luchar para que California aprobara la ley de "three strikes and you are out". Una vez reunidas las firmas precisas, presentó la propuesta a referéndum. El respaldo popular fue masivo.
El lado opuesto al del asesino de Kimber lo expone en pocas palabras el comentarlsta Rlchard Cohen en el Washington Post. "Era el prototipo del criminal negro. Disparó a un hombre por un insulto vulgar. Culpable reincidente, consumidor y vendedor de drogas, artista del atraco, ladrón, miembro de una banda y agresor sexual. Es todas esas cosas y algo más: Nathan McCall es mi colega".
McCall, que después de esta agitada biografía pasó tres años en la cárcel, es ahora periodista en el Washington Post y acaba de escribir un libro sobre sus experiencias y su transformación.
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