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El mal tiempo impide a los aviones de la OTAN bombardear a los serbios en Bihac

El mal tiempo libró a los serbios de un ataque de la OTAN sobre sus posiciones en Bihac. Tras varios días de intensos bombardeos serbios contra este enclave musulmán del noroeste de Bosnia, que castigaron también al batallón de cascos azules franceses y costaron la vida a un soldado, los responsables de la ONU pidieron el sábado por la noche la intervención de los aviones de la Alianza Atlántica. Un portavoz de la OTAN advirtió ayer que habrá ataques si las tropas de cascos azules los solicitan. El primer ministro francés, Edouard Balladur, visitó ayer al batallón destacado en Bihac.

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La intervención de la OTAN contaba con la luz verde del general británico Michael Rose, jefe de los cascos azules en Bosnia y de Yakhusi Akashi, enviado especial de la ONU para el conflicto. Los responsables militares del destacamento francés en Bihac, integrado por unos 1.000 hombres, decidieron pedir los ataques aéreos tras varios días de intensos bombardeos serbios que obligaron a las tropas de la ONU a responder con fuego. Un soldado francés resultó muerto el pasado viernes en Bihae, por disparos de un francotirador. Este enclave dominado por musulmanes rebeldes al Gobierno de Sarajevo se halla cercado desde el principio de la guerra por los serbios y a más de 200 kilómetros de la capital bosnia.De momento, el incidente, que ha sido el más grave registrado en Bosnia desde el derribo de cuatro aviones serbios el pasado 28 de febrero por aparatos de la OTAN, se ha saldado con una enérgica protesta de las Naciones Unidas ante las autoridades serbias. Un portavoz de la OTAN manifestó ayer en Bruselas, que la Alianza Atlántica no dudará en enviar sus aviones de nuevo contra las fuerzas serbias si las tropas de la ONU en la antigua Yugoslavia lo vuelven a solicitar.

Asimismo el portavoz de las fuerzas de la ONU en Sarajevo, el comandante Rob Annick, confirmó ayer que se solicitó la intervención de aviones de la OTA después de que los cascos azules franceses se vieran atrapados en el fuego cruzado entre serbios y musulmanes.

El primer ministro francés, Edouard Balladur, acompañado del ministro de Defensa, François Leotard, se desplazó ayer en avión en un viaje sorpresa a Zagreb, capital de Croacia, para seguir desde allí en un convoy de vehículos blindados hasta Bihac. Tras un accidentado viaje, en el que la caravana fue detenida en tres ocasiones, Balladur consiguió llegar al enclave donde se reunió con sus tropas. El primer ministro francés alentó a los cascos azules a seguir con su misión de paz y reconoció que el trabajo se realiza en condiciones "muy precarias".

Sobrevuelo sobre Maglaj

De otro lado, aviones de la Alianza Atlántica sobrevolaron ayer la localidad de Maglaj, al noroeste de Sarajevo, asediada también por los serbios, según informó un radioaficionado local. Según este testimonio, recogido por Radio Sarajevo, los vuelos de intimidación obligaron a los serbios a disminuir su presión militar, pero los bombardeos no cesaron del todo.

El presidente de Bosnia, el musulmán Alia Izetbegovic, ha pedido en varias ocasiones en las últimas semanas que la ONU proteja a la montañosa localidad de Maglaj, asediada y aislada desde hace meses. El Gobierno de Sarajevo también ha pedido que Maglaj sea Incluida dentro de las zonas de seguridad de la ONU integradas por Sarajevo, Tuzla, Bihac, Srebrenica, Zepa y Gorazde.

Por otra parte, el líder de los serbios de Bosnia, Radovan Karadzic, pidió ayer a sus tropas que mantengan la actividad bélica en los mínimos indispensables para permitir a los musulmanes la celebración del fin del Ramadán. Miles de personas acudieron ayer a los cementerios de Sarajevo, situados en la antigua línea del frente, para visitar a sus familiares y amigos muertos. El propio Izetbegovic acudió a los camposantos acompañado de varios líderes religiosos musulmanes.

En el frente de Mostar, donde patrullan los cascos azules españoles, se respeta la tregua firmada el pasado día 25 de febrero entre croatas y musulmanes. No obstante, estos últimos, cercados desde hace un año en el sector oriental de la ciudad, temen ahora que los serbios de las cercanas montañas inicien una ofensiva. Más de 1.500 personas han muerto en el sector musulmán de Mostar que ha recibido el impacto de 130.000 granadas. A pesar de la tranquilidad actual y de los días primaverales que les han animado a salir a la calle, los musulmanes de Mostar no se fían de su futuro.

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