La pirueta del crítico

El crítico Roger Salas es conocido en el medio de la danza no sólo por la erudición, digamos que enciclopédica, de sus escritos, sino por su carácter veleidoso y un punto bilioso. Los hombres y mujeres de ese medio deben de ser gentes muy obsequiosas, ya que no suelen replicar al acusado personalismo de sus críticas (aunque recuerdo la contestación que dos famosas figuras de la música y el cine dieron en esta misma sección a una de las embestidas de Salas a su bestia negra predilecta, Nacho Duato). No es mi caso. En la reseña aparecida en la edición de Madrid de EL PAIS el 1 de marzo, Salas, después de alabar justamente la labor del coreógrafo Víctor Ullate y de su excelente compañía en el estreno sevillano de El amor brujo, tiene a bien dedicarme un largo párrafo fundado en una práctica corriente entre los críticos menos solventes: el falseamiento de lo visto por el método de atacar algo que no existe y ni siquiera se ha pretendido. Los errores empiezan por los títulos, donde me acredita como autor del guión, cuando lo que figura en todos los programas es muy distinto: adaptación del guión. Mal se puede hablar, como él hace, de "efecto dominador", "ejercicio de dramaturgia al uso", "parte literaria" o "gran novedad" a propósito de una mera y modestísima labor de fusión de elementos ya existentes, las versiones de la obra de Falla, que yo, a título amistoso y por petición del propio Ullate realicé para facilitar la línea coreográfica, sin pararme a pensar que la idea de añadir un prólogo con otros elementos de la música del compositor gaditano fuese nueva o vieja, prerromántica o moderna.En la reiterada obsesión con una drástica mas invisible intervención mía (que contrasta sospechosamente con el desdén hacia la labor del verdadero coartífice del nuevo espectáculo, el pintor Frederic Amat, cuyos telones y vestuario han sido celebrados con entusiasmo por el resto de la crítica y el público sevillano), Salas dice que me comparo con Cocteau, cuando lo que escribo en el programa para explicar mi curiosidad ante la solicitud de Ullate es que "como escritor aficionado a los espectáculos de danza siempre me había intrigado la acreditada participación de colegas míos, anteriores y más ilustres, en la elaboración de ballets históricos: Cocteau, Jacques Prévert, Béla Balázs, entre otros". Le diré al señor Salas que la comparación con Cocteau sí ha sido hecha al menos en dos ocasiones por los comentaristas, tal vez por ser yo un escritor que se ha acercado al cine, la novela, la poesía y las artes teatrales; una comparación que me honra.-