_
_
_
_

Mano de santo

Monseñor Milingo, retirado por el Papa de la archidiócesis de Lusaka (Zambia) por denuncias de brujería, celebra en Madrid una eucaristía de sanación

Paralíticos, esposas que han diagnosticado la presencia de Satanás en el espíritu del marido, niños deformados por atroces y raros males, enfermos de cáncer y de sida, formaban ayer un apretado revuelo en Madrid en torno a Ernmanuel Milingo, el controvertido ex arzobispo africano a quien el papa Juan Pablo II retiró en 1983 de su diócesis de Lusaka, capital de Zambia, ante el fragor mundial provocado por sus poderes de exorcista y curandero. Todos esperaban una oportunidad para pedirle que realizase el ritual de sanación que lo ha hecho famoso, con la imposición de manos sobre la frente o, simplemente, tocarlo. No era fácil abrirse camino en los escasos intervalos de un maratón de charlas, cantos de alabanza al Señor, éxtasis colectivos y actos eucarísticos celebrados en el salón de actos de un colegio religioso de Madrid.En el escenario, ataviado con los hábitos de rigor, Milingo, de 63 años, explicaba a miles de personas llegadas de toda España, que su "lucha contra Satanás y sus aliados no tiene tregua". "Cuando el diablo viene a molestarme por las noches yo le digo: no tenemos la misma opinión sobre las cosas; luego me levanto, lo bendigo y él se marcha corriendo", añadía con una sonrisa bonachona.

Más información
No es un brujo

Su tono había sido menos distendido al explicar que la quiebra que sufre actualmente el mundo y la inseguridad ciudadana están ligadas a la tendencia de la humanidad a demostrar que no necesita a Dios". Como prueba de que los Gobiernos lideran este pecado de soberbia, Milingo apuntó a la reciente recomendación del Parlamento europeo para la igualdad de derechos de las parejas homosexuales. "Leyes como ésta son una demostración de que no siempre la decisión de la mayoría es justa" arremetió el ex arzobispo con fama de revolucionario.

Eucaristía

Por la tarde el encuentro, que debe repetirse hoy, culminó con una eucaristía de sanación espiritual y física, el acto más esperado. Tras nuevos cantos, el silencio invadió la sala mientras el oficiante hacía tronar su voz ante la atenta mirada de Milingo: "Espíritu Santo, ¡ven!". El éxtasis se había apoderado del público que cerraba los ojos mientras levantaba los brazos en alto y dirigía como antenas de radar las palmas de las manos hacia el improvisado altar.

No es la primera vez que el obispo Milingo, al que se atribuyen miles de curaciones milagrosas, viaja a España. Pero, desde que el Papa lo llamó a Roma por las denuncias de brujería y prácticas de satanismo, sus eucarestías, que tienen fama de favorecer los milagros, no siempre encuentran facilidades de organización. Esta vez, tales obstáculos han sido superados por iniciativa de Confraternidad Carcelaria de España (CCE), una Organización No Gubernamental (ONG) afiliada a una asociación mundial creada en EE UU por Charles Colson, antiguo consejero del presidente Richard Nixon. "Durante su estancia en la cárcel por su implicación en el Watergate, se encontró con Jesucristo y, a partir de ahí, quiso dedicar el resto de su vida, con su obra y sus libros, a todos los presos del mundo", explica Carmen Rubio, portavoz de CCE.

Paco, uno de la rescatados por su labor, antiguo preso de Alcalá Meco y heroinómano, explica: el resultado práctico de la filosofía de la organización para la reinserción de los presos. "Los conocí cuando venían a la cárcel; al principio no les hacía caso pero me acerqué porque, yendo con ellos, se pillaba algún permiso", explica. "Pero me sorprendió tanto esa hospitalidad para gente como yo que seguí con ellos y unas Navidades, en misa, sin saber cómo, le abrí mi corazón a Dios. Fue un flash. No he vuelto a tocar la droga", añade a escasa distancia de Milingo.

"Los que hacen el mal tienen que tener apoyo para hacerle frente al diablo con el bien", explica Rubio al subrayar la relación de su ONG con los movimientos de renovación carismatica, mucho más antiguos, a los que el obispo Milingo también pertenece. "Somós católicos como todos los demás, sólo que vamos un poco más a los orígenes del cristianismo y, por ejemplo, creemos que con gestos como levantar las palmas de las manos podemos sentir el Espíritu Santo que es como un calambrillo, vaya", explica una joven llegada de Málaga. Su rostro ha perdido las marcas de la angustia tras haber logrado aproximarse a Milingo y pedirle al oído curación para una enfermedad.

En otro intermedio, una mujer se acerca a Milingo con la foto del marido. "¿Es que está enfermo que no puede venir?", preguntó Milingo en italiano. "No pero su espíritu está poseido por el diablo", contestó la mujer, de unos cincuenta años. El obispo pide más detalles antes de actuar con la imposición de manos sobre la foto.

"El racionalismo ha llegado a ser un ídolo en Europa mientras los que ven a Dios por su sencillez son considerados unos imbéciles", truena Milingo al volver al escenario. Para demostrar que su criticada reivindicación de las raíces africanas está en sintonía con el credo cristiano, Milingo no tiene más que recurrir a citaciones textuales de la Biblia como: "En mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán sus manos sobre los enfermos y se pondrán bien".

Retirada positiva

"Desde que estoy junto al Papa y él tiene información directa sobre mis actos, sin intermediarios que vean problemas donde no los hay, soy mucho más libre", asegura Milingo a este diario. "Ahora el Papa me comprende, sabe que lo que hago es echar los demonios y orar; la técnica de sanación aparece ahora en revistas como Civiltá Cattolica, tengo apoyo para incluirla en el apostolado y no paro de viajar".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_