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SANIDAD

Estudios británicos sugieren que un medicamento común puede tener efectos mortales

Isabel Ferrer

Septrin, un medicamento contra la bronquitis aguda, neumonía e infecciones del oído medio y del tracto urinario, entre otras dolencias, comercializado por los laboratorios británicos WeIlcome, ha podido ser el causante de centenares de muertes dentro y fuera del Reino Unido.Así lo sugiere el rotativo The Sunday Times en su edición de ayer, después de consultar a siete especialistas y analizar los datos publicados por el Comité Nacional para la Seguridad de las Medicinas. Hoffman-La Roche, la compañía farmacéutica con sede en Suiza vende también un producto similar llamado Bactrim. Ninguno de los dos ha sido retirado del mercado mundial.

El prospecto español que acompaña a las tabletas de Septrin lo define como: "un agente quimioterápico bactericida de acción doble". En su composición aparecen dos productos esenciales, trimetoprima y sulfametoxazol. Según las opiniones recabadas por The Sunday Times este último es "innecesario para que el medicamente sea efectivo y se le atribuyen efectos secundarios fatales". La información acumulada por el Comité para la Seguridad de las Medicinas relaciona por lo menos 113 muertes a reacciones adversas ante la presencia de sulfametoxazol. Pero como el mercado farmacéutico británico cubre sólo un 10% del mundial, "la cifra real de fallecimientos puede ascender a varios millares", sigue el rotativo británico.

La trimetoprima fue patentada en 1957 por el Premio Nobel George Hitchings. Él mismo trabajaba en el centro de investigación de Wellcome y la consideró como un buen sustituto de las penicilinas tradicionales. Ambos laboratorios llegaron a un acuerdo e incluyeron los dos productos en una sola pastilla. Los médicos contrarios a dicha combinación aseguran que no es necesario mezclar dos bactericidas. La trimetoprima, además, causa menos efectos secundarios.

Para Welcome, la noticia llega en un mal momento. Los laboratorios afrontan ahora dudas acerca de la efectividad de su producto antisida, el AZT. La compañía desembolsó el pasado año unos 600 millones de pesetas después de que los tribunales irlandeses dictaminaran que su vacuna de la tosferina causó daños cerebrales irreparables.

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