Amor a la música y al dinero
Divos de la 'opera, directores de orquesta y grandes concertistas cobran cifras millonarias en España
Para los grandes nombres del mundo de la música clásica y la ópera, actuar en España es un negocio redondo. Los precios de contratación que se manejan en muchos festivales, ciclos de conciertos y temporadas líricas son los más altos de Europa y los desmesurados honorarios pagados a determinados artistas ocupan ya un puesto de honor en el Guinness. Los 60 millones de pesetas que el Ayuntamiento de Gijón pagó recientemente al tenor Luciano Pavarotti, que salieron de las arcas públicas, son la guinda de un asombroso pastel que se elabora normalmente con dinero público aunque su degustación esté reservada a una élite.De todos los que se dedican a un arte tan inmaterial como la música, los divos de la ópera son los que sacan mejor tajada. Los tenores sitúan el listón más alto: Luciano Pavarotti, Plácido Domingo, José Carreras y Alfredo Kraus son los artistas que más cobran. La soprano Mirella Freni y el barítono Renato Bruson les pisan los talones, con honorarios también millonarios.
Los intentos para frenar el aumento de las tarifas asignadas a los cantantes de ópera no funcionan en la práctica. La Asociación Nacional de Entes Líricos italianos, que agrupa a teatros que reciben grandes subvenciones públicas, establece que un concierto con piano no puede ser pagado con más de 30 millones de liras más otros 10 millones en concepto de gastos de estancia y transporte. En Italia y Alemania existen unas listas de los cachés máximos que deben pagarse a los divos. Pero los teatros, que mantienen una fuerte competencia, se las ingenian cada temporada para asegurarse la presencia de los divos más cotizados.
La Metropolitan Opera House de Nueva York tiene fama de ser, entre los grandes teatros de ópera, el que menos paga a las estrellas. Sobre el papel, no superan los 12.000 dólares (1,68 millones de pesetas) por función. El Met es un escaparate muy deseado por los cantantes. Todas las funciones se retransmiten, por televisión o radio, y los cantantes que actúan saben que las ventas de sus discos se disparan en Estados Unidos.
En Europa, teatros como el Covent Garden de Londres o La Monnaie de Bruselas, han reducido sensiblemente la asignación para cubrir los honorarios de los divos. Gerard Mortier, el director del Festival de Salzburgo, mantiene una cruzada contra las desmesuradas exigencias económicas de los divos. En España, aunque los honorarios por actuar en el Liceo de Barcelona o en la Zarzuela se han ajustado, los divos cobran alrededor de cinco millones de pesetas por representación.
Ejemplos gloriosos
Las cifras se disparan en el caso de los recitales. La soprano Kiri Te Kanawa, que cobró alrededor de 10 millones de pesetas por cada uno de los recitales que ofreció el pasado año en Madrid y Barcelona, y el tenor Alfredo Kraus, que ha cobrado 12 millones de pesetas en alguno de sus recitales en España, son dos gloriosos ejemplos que sus colegas más jóvenes están dispuestos a seguir. La mezzo soprano Cecilia Bartoli, que en su primer recital en Madrid, en 1992, cobró un millón de pesetas, pidió este año cerca de ocho millones por un recital en el Festival Mozart de Madrid. La empresa organizadora descartó contratarla a ese precio y no hubo recital.Los altos honorarios no son patrimonio exclusivo de los divos del bel canto, un gremio que en España muestra cierta propensión a fijar su residencia fiscal en el extranjero. Los más prestigiosos directores y concertistas y las grandes orquestas sinfónicas actúan cada vez más asiduamente en España y cobran en muchas ocasiones cantidades desorbitadas.
En los últimos años, la oferta musical se ha incrementado extraordinariamente. Ciudades como Valencia, Sevilla, Santiago de Compostela, Santa Cruz de Tenerife, Las Palmas de Gran Canaria o San Sebastián, han entrado en el circuito que frecuentan las grandes orquestas sinfónicas y los intérpretes más famosos, que antes sólo actuaban regularmente en Madrid, Barcelona y los festivales de Granada y Santander.
En ciudades como Madrid y Barcelona la oferta de los diversos ciclos de conciertos es apabullante: las temporadas de Ibermúsica, Ibercámera, Asociación Filarmónica de Madrid, Palau 100, Euroconcert y otras empresas promotoras de conciertos organizan un lujoso desfile en el que abundan grandes conjuntos sinfónicos extranjeros dirigidos por batutas de primer orden.
El concierto que ofrecieron el pasado 21 de febrero en Barcelona el director alemán Nikolaus Harnoncourt y el Concentus Musicus de Viena, organizado por Palau 100, costó 25 millones de pesetas. El concierto que días antes efectuaron en la misma sala el director Zubin Mehta y la Orquesta Filarmónica de Viena costó 27 millones de pesetas. El coste total de las dos actuaciones de Daniel Barenboim y la Orquesta Filarmónica de Berlín en el Liceo superó los 50 millones de pe setas. El Festival de Canarias, que maneja un presupuesto de 577 millones de pesetas, desembolsó 92 millones de pesetas para contar con los servicios de Georg Solti y la Orquesta Sinfónica de Londres.
El legendario pianista VIadímir Horowitz, que falleció en 1979 a los 85 años, fue tan famoso por su arte como por su amor al dinero. Dos años antes de su muerte llegó a cobrar hasta 80.000 dólares por recital. El pianista Ivo Pogorelich no parece dispuesto a esperar tanto tiempo como Horowitz. Tiene 35 años y en su último recital en Valencia cobró seis millones de pesetas. El club de pianistas que cobran entre cuatro y cinco millones por actuación incluye a Daniel Barenboim, Maurizio Pollini, Alfred Brendel, Krystian Zimmerman y Sviastoslav Richter.
Las cifras millonarias contrastan con la moderación exhibida por el Festival Mozart de Madrid, que por 88 millones de pesetas ofrecerá este año cinco producciones operísticas y seis conciertos. Algunos directores artísticos señalan que muchos artistas de prestigio aceptan rebajar sus honorarios si la propuesta artística les seduce. Cuando la oferta no les interesa, la única forma de asegurarse su contratación es a golpe de talonario.
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