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Crítica:DANZA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un espíritu travieso

Mientras en la imponente Fotezza da Basso, desde anteayer y hasta el próximo domingo 27, tiene lugar el Segundo Salón de lo Oculto, en el teatro Verdi la compañía estable del Maggio Musicale Fiorentino pone en escena una nueva producción de La Sylphide (1836) de Bournonville, un ballet donde también hay bruja con caldero y hechizo mortal, no dirigido contra un ser vivo, sino para cortar las alas y el aliento a esa especie de Campanilla traviesa, de temperamento cambiante y muy enamoradiza que es la sílfide de los bosques escoceses.La Sylphide es el único ballet de Bournonville que ha trascendido con buena fortuna las frías fronteras danesas, y en los últimos 15 años esa excursión internacional está íntimamente ligada al nombre de Peter Schaufuss (Copenhague, 1949), que hizo su primera versión en 1979 para el London Festival Ballet -luego repuesta en Florencia, Stuttgart, Berlín y Roma-, donde logra de manera ejemplar y respetuosa desempolvar al clásico sin quitarle sabor ni violentar el estilo.

La Sylphide

Coreografía: August Bournonville.Música: Herman Sevenn Lövenskjold. Versión: Peter Schaufuss. Maggio Musicale Fiorentino. Teatro Verdi. Florencia. 20 al 23 de febrero.

La compañía florentina presentó una mejor forma que cuando estuvo en Madrid el pasado Festival de Otoño con la Coppelia de Poliakof-Martín Begué, y la atmósfera fue arropada por unos muy bellos decorados inspirados al detalle en los tradicionales. No es La Sylphide un ballet fácil para nadie, y las partes solistas fueron desempeñadas por el propio Schaufuss, la inglesa Zara Deakin, la española Arantxa Argüelles -que hacía por primera vez este papel el día 20- y el napolitano Umberto de Luca, un joven valor de la danza clásica italiana.

El meollo del estilo

Arantxa, con poderes camaleónicos, se sumerge en el estilo de escuela danesa con la soltura y tranquilidad que le da su sólida formación. Por azar de su carrera -a partir de agosto estará en Copenhague-, la bailarina maña se prepara en el registro que más trabajo le cuesta: el acento aéreo, el salto, la batena, y lo saca adelante con poesía y talento. Su sílfide matiza esos cambios de humor repentinos del personaje, pasando de la euforia volátil a una tristeza casi infantil. Por su parte, schauffus es todavia un buenísimo profesional que tiene aquí oportunidad de mostrar su carta de naturaleza escolar.La Sylphide vive como obra de arte, el canon romántico e imposible del amor entre un ente etéreo y un hombre, aún emociona; ese romance condenajdo; ese romance condenado de antemano al naufragio trasciende, permanece.

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