Diva pop
Hada del hielo, duende esquimal o princesa de Islandia son algunos de los nombres que la imagen de Bjork ha sugerido a los comentaristas de su música, un mundo mágico que tiene como protagonista absoluta a un genio del arte pop.La gira europea de presentación de su primer disco en solitario, Debut, tras separarse circunstancialmente de los Sugarcubes, recaló en Madrid en la discoteca Pachá, convertida en lugar privilegiado ante el único concierto de la islandesa en España. Se agotaron las entradas mucho antes del día de la presentación y la expectación del público se vio generosamente recompensada con un concierto diferente, exquisito, nuevo, intenso y extremadamente atractivo.
Bjork
Discoteca Pachá. 2.000 personas.Entradas: 2.000 pesetas. Madrid, 19 de febrero.
A medianoche, cuando suenan las campanadas en los cuentos, apareció Bjork con su banda sobre el escenario: vestida de rojo con unas enormes botas sin cordones en sus pies y un jersey naranja calabaza en su cintura, el exotismo de Bjork inundó la sala. Su baile de movimientos infantiles, extremadamente personal, sedujo. Su voz, como delicada lava de fuego arrojada suavemente desde su garganta, encendió la parte menos visible de un público rendido.
La genialidad de Bjork radica en el hecho de haber sabido tomar una música intrínsecamente impersonal para elevarla a la categoría de singular. El eclecticismo de los ambientes musicales que desprenden los temas de Debut, con giros y sonidos hinduistas transportados por el frío de las bases rítmicas y cabalgados por la firme e irrompible voz de Bjork, proporciona ese aura que ha hecho de este disco una de las opciones más innovadoras e inteligentes de los últimos tiempos.
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