La liberación de Castellanos permite abrir diálogo entre Gobierno y zapatistas
La liberación del general mexicano Absalón Castellanos, ocurrida el miércoles ante 270 periodistas, permitió por primera vez un contacto directo entre el Ejército Zapatista para la Liberación Nacional (EZLN) y el comisionado para la Reconciliación y la Paz de Chiapas, Manuel Camacho. Un día después, el mediador anunció que el diálogo entre Gobierno y guerrilla comenzará el próximo lunes en un lugar no desvelado de este Estado sureño.
En México están ocurriendo cosas que rompen los esquemas convencionales, pero para bien. El EZLN irrumpe violentamente el 1 de enero, y 10 días después cesan los disparos. Lo hace en deferencia al Gobierno, que ha decidido sustituir la represión militar por la búsqueda de una negociación pacífica.Exceptuando la tregua existente, la primera concesión de la guerrilla 48 días después de estallar la revuelta de Chiapas ha sido la liberación del general Castellanos, ex gobernador de este Estado y uno de los terroríficos caciques a los que se culpa de haber gobernado con desprecio y mano dura a los indios que habitan esta región, ya de por sí históricamente marginados y aburridos de tanta promesa incumplida.
Castellanos, como ocurrió recientemente con otros gobernadores como Patrocinio González Blanco o Elmar Setzer, era el gobernador de los ladinos y los mestizos. A ellos apoyó y con ellos se enriqueció, pese a pertenecer por parte de padre y madre a dos de las familias -los Castellanos y los Domínguez- más ricas e influyentes de la zona. El EZLN, una guerrilla con cierto tufillo socialcristiano, que eligió precisamente el Miércoles de Ceniza para esta entrega, ya había perdonado a Castellanos, secuestrado el pasado 2 de enero y después condenado por un tribunal revolucionario a trabajos forzados, aunque remunerados, en una comunidad indígena.
No era lo que convencionalmente se conoce como cadena perpetua con un trabajo duro que hacer a diario, sino un forma de involucrar al secuestrado en un medio del que se había mantenido distanciado socialmente.
Mal trago
El perdón lo anunció semanas atrás el EZLN. También su liberación, que se considera un gesto a favor de una salida negociada y pacífica del conflicto, y que responde a los continuos mensajes de buena voluntad lanzados por el comisionado Camacho, desde el miércoles radiante por su ex¡tosa gestión. Pero el perdón no impidió que la guerrilla, antes de entregar al rehén, le hiciera pasar un mal trago.Eran las 17.25 horas del miércoles en las inmediaciones de Guadalupe Tepeyac, territorio ya asegurado por la Cruz Roja como zona neutral. En un lugar de espera se encontraban Camacho y el obispo Samuel Ruiz, mediador del conflicto, y en otro los 270 periodistas que, en una caravana de 30 camiones y desde San Cristóbal de las Casas, habían acudido a esta zona de Las Margaritas tras ocho horas de camino. También presenciaron la entrega prácticamente todos los habitantes del pueblo.
Absalón, con poblada barba y vestido con pantalones vaqueros y camisa blanca, llegó escoltado por cinco guerrilleros con el rostro oculto, entre los cuales se encontraba el mayor Moisés, jefe del grupo y responsable de la entrega. Antes de ésta y del examen médico a que fue sometido por la Cruz Roja, condición que había impuesto la guerrilla para asegurarse de que era entregado en buen estado de salud, tuvo que escuchar ante la prensa nacional e internacional todos los cargos que le imputan los indígenas. La relación fue larga: "Enriquecimiento ¡lícito, acaparamiento ¡legal de tierras, presunto responsable de diversos asesinatos..." Pero todo fue muy rápido y Absalón, que en varias ocasiones negó con la cabeza estas acusaciones, pronto pudo abrazar a Camacho y al obispo Ruiz, y después encontrarse con su familia. "Ya estoy aquí", comentó el ex gobernador, de 71 años. "Acabo de escuchar un documento que está totalmente fuera de la verdad. Lo lamento", dijo en su primera declaración.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.