Triunfo de Jordi Savall

La sala de cámara del Auditorio resultó insuficiente para acoger la cantidad de público que deseaba escuchar, anteayer, a Jordi Savall (Igualada, 1941) y sus versiones de música de Marin Marais (1656-1728). El prestigio internacional de Savall, uno de los mejores solistas de viola da gamba no es de hoy, tampoco el conocimiento de una figura como la de Marin Marais, aunque su vigencia como creador haya dormido largo tiempo en las playas del olvido o sesteado en las de la inautenticidad.La alianza entre el talento y los medios de comunicación puede operar milagros. Así, gracias a Savall y a su banda sonora para el filme de Corneau Todas las mañanas del mundo, han resucitado una parte de la inmensa obra de Marais, a quien Walther, en 1732, juzgaba "un incomparable intérprete de viola, cuyas obras son conocidas en toda Europa".

Lo más importante de Savall es la vivificación de los pentagramas pretéritos. Cuando los escuchamos en sus manos no aparece la menor idea de algo museal, sino que se impone una plenitud vital capaz de evidenciar la perdurabilidad de invenciones como las de Marais.

Virtuosismo, potencia expresiva e imaginación sugerente son factores necesarios para hacer bien la Suite al gusto extranjero, las Voces humanas o las admirables Folías de España. Todos ellos los posee Savall en lo que constituye su verdad radical y su perfil singularísimo: su condición de gambista fuera de serie.

Con la colaboración del noruego Rolf Lislevand -tiorba y guitarra- y del alemán Michael Behringer -clavecinista-, Sa vall realizó su viaje al pasado,. que, por obra de su inteligencia, más parecía "retorno de lo vivo lejano". El éxito fue extraordinario.