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GUERRA EN LOS BALCANES

Los mandos de la ONU en Bosnia muestran su desacuerdo con los términos del ultimátum de la OTAN

Las discrepancias en la interpretación del ultimátum de la OTAN a las tropas serbias que cercan Sarajevo han adquirido carta de naturaleza al declarar ayer el jefe de las tropas de la ONU en Bosnia, general Michael Rose, que sólo a él concierne solicitar el ataque aéreo aliado. Rose quiso quitar hierro al asunto y matizó anoche los dos supuestos en que pediría el bombardeo: que el armamento pesado serbio no haya sido retirado a más de 20 kilómetros de Sarajevo a medianoche del domingo o que el que reste por neutralizar no se encuentre bajo control de la ONU.

En cualquier caso, será el representante, especial del secretario general de la ONU, Butros Butros-Gali, en la antigua Yugoslavia, el que dé la luz verde final. Las diferencias entre Estados Unidos y sus aliados de la OTAN, por un lado, y los responsables de la ONU en Bosnia, por otro, no son sólo de matiz. Mientras Washington parece decidido ahora a llevar hasta el final y en su sentido estricto el ultimátum aprobado en Bruselas el 9 de febrero si la artillería serbia no está a más de 20 kilómetros de Sarajevo antes del día 2 el ataque aéreo se inicia automáticamente-, el mando de la ONU sobre el terreno tiene claro, y así lo manifestó ayer su portavoz, que el bombardeo es sólo una opción abierta a partir de ese momento. Y que la apreciación de la situación corresponde al antiguo jefe británico en las Malvinas.El general Rose hizo su declaración de intenciones en presencia de uno de los miembros de la presidencia colegiada bosnia, Ejup Ganic, y coincidiendo con la llegada a Sarajevo de un negociador especial enviado por la Casa Blanca, Charles Redman, para entrevistarse con el presidente bosnio, Alia Izetbegovic. El domingo se reunieron en Zagreb, capital de Croacia, el representante especial del secretario general de las Naciones Unidas, Yasushi Akashi; el almirante norteamericano John Boorda, jefe de las fuerzas atlánticas encargadas del ataque, y el propio general Rose para coordinar aparentemente la estrategia final.

Una polémica a estas alturas en la cúpula de las dos organizaciones internacionales, con la credibilidad de la OTAN en juego, podría ser aprovechada por las facciones en lucha en Sarajevo. Pero resulta muy dificil sustraerse, incluso para los más directamente implicados, al clima de intervención que suscita la escalada diplomática internacional, el despliegue aeronaval aliado en el Adriático y los preparativos contra reloj en la base italiana de Aviano.

El mando de la ONU en Bosnia, que maneja una situación intratable y bajo cuyos auspicios se mantiene el alto el fuego y se neutraliza el armamento, entiende que carecería de sentido un bombardeo aliado si para las cero horas del lunes 21 de febrero persiste el cese de hostilidades en Sarajevo y los sitiadores serbios siguen desarmándose bajovigilancia de la fuerza de interposición. En la capital bosnia, en guerra permanente desde hace 22 meses, funciona desde el jueves de la semana pasada un alto el fuego real. En las últimas 24 horas, pese a las dificultades en las comunicaciones provocadas por la nieve, el Ejército serbio ha entregado 28 armas pesadas, por 10 de el Ejército bosnio.

El secretario general adjunto de la OTAN, Sergio Balanzino, admitió ayer la existencia de diferencias entre la organización aliada y Unprofor sobre el control del armamento pesado serbio, informa Walter Oppenheimer desde Bruselas. Balanzino confirmó que la OTAN "está estudiando otras alternativas para el control de las armas pesadas".

El Gobierno bosnio, que empuja en las instancias internacionales para que la ira aliada descargue sobre sus enemigos está siendo a su vez discretamente presionado -por Francia la semana pasada, ayer por Estados Unidos- para que su Ejército corresponda sin vacilaciones a las tibias medidas de desmilitarización adoptadas por los serbios. En este sentido, el primer ministro, Haris Silayzic, ha desmentido acusaciones serbias de que las tropas bosnias emplean el cese de hostilidades para reforzar sus posiciones en Sarajevo.

La otra cara de la guerra en Sarajevo la ofrecen los serbios en la vecina montaña de Jahorina, en cuya estación de invierno, alrededor de 2.000 metros de altura, han organizado pruebas de esquí para conmemorar el décimo aniversario de los Juegos Olímpicos de invierno de Sarajevo. En contraste, las instalaciones de una montaña gemela, pero en zona bosnia, Bjelasnica, que albergó también pruebas en la competición de 1984, son hoy una pura ruina. Remontes, hoteles, pistas..., todo ha sido devastado por la artillería serbia.

Los dos bandos volvieron a reunirse ayer en el aeropuerto de Sarajevo, pese a la amenaza de abandonar las negociaciones del jefe del Estado Mayor del Ejército serbio, general Manojlo Milovanovic.

Las cuestiones de quién, cómo y en qué plazo se controla el armamento entregado por los combatientes' se convierten por momentos en otro caballo de batalla. Que las armas pesadas serbias estén dentro de seis días fuera de un radio de 20 kilómetros de la capital bosnia parece, hoy por hoy, sencillamente imposible.

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