La OTAN da un ultimatum a los sitiadores de Sarajevo
La fuerza aérea de la Alianza eliminara la artillería serbia y bosnia que no se retire de la capital antes de diez días
Esta vez va en serio. "No es hora de las palabras, sino de los hechos" aseguró ayer el secretario general de la Alianza Atlántica, Manfred Wömer, antes de qué se iniciara la reunión de la Alianza Atlántica. A Partir de la medianoche del próximo 20 de febrero, la fuerza aérea de la OTAN destruirá las armas pesadas situadas en un radio de 20 kilómetros alrededor de Sarajevo. Los representantes permanentes de los 16 países miembros de la OTAN emitieron ayer un durísimo ultimátum, dirigido principalmente a los serbios bosnios, que no deja margen para las dudas. Francia y Estados Unidos, los países que han ejercido el liderazgo de la reunión, se han salido con la suya. Es la primera vez en la historia de la Alianza Atlántica que se pone en marcha la maquinaria de guerra, con plazos y objetivos. Nadie quiere llegar a los hechos, pero si los serbios no se retiran de Sarajevo, la OTAN ha querido dejar bien claro que actuará.
Ayer fue posiblemente un día histórico para la OTAN, una alianza defensiva que nunca se ha visto obligada a actuar y cuyo mayor éxito ha sido precisamente su fuerza disuasiva. Por primera vez en su historia, la Alianza emitió una amenaza de actuación militar concreta y con plazos. Además, la actuación preparada por el mando militar de la OTAN está dirigida a un territorio fuera de zona, es decir, más allá de las fronteras defensivas que han definido la doctrina estratégica de la Alianza desde su fundación en 1949. Significa, en el fondo, un cambio fundamental en el carácter mismo de la Alianza, concebida como estructura defensiva y destinada, a partir de ahora, a asegurar la estabilidad del continente europeo.Una acción tan trascendente se discutió y preparó en la reunión semanal ordinaria de los representantes permanentes. Los aliados no quisieron convocar a los ministros de Exteriores ni adelantar la reunión al martes, tal como pedía Francia. Las consultas con las, capitales fueron numerosas y la duración de la reunión, toda la jornada hasta la madrugada, fuera de lo corriente. El comunicado final, que contiene la formulación del plazo de retirada de la artillería, no concede moratorias ni posibilidad de dilaciones a través de las negociaciones. Una vez empiece a correr el tiempo del plazo nada lo parará, ni siquiera la aceptación formal del plan por los serbios. Durante este tiempo, de otra parte, se podrá discutir los numerosos detalles sobre la retirada de las baterías o su neutralización, la situación de las tropas y la organización de la vigilancia y el control. Wörner adelantó anoche, en conferencia de prensa, que cualquier represalia sobre los cascos azules desplegados sobre el terreno tendrá "una respuesta rápida y decisiva", por parte de la OTAN.
Estrecha coordinación
La acción. preparada por la Alianza se basa en las resoluciones 824 y 836 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que prevén la creación de zonas seguras para la población civil bosnia y autorizan a los cascos azules a defenderse ante los hostigamientos y a demandar el apoyo de una fuerza aérea. La decisión de la OTAN responde a la demanda formulada por el secretario general de Naciones Unidas, Butros Butros-Gali, en una carta a Wörner, de la que se deduce que no hay necesidad alguna de una nueva consulta al Consejo de Seguridad, con el riesgo consiguiente de un veto de Rusia y de China.
La respuesta de la Alianza a Butros-Gali no significa lanzar la pelota a otro tejado, sino que requiere únicamente que los comandantes de la Unprofor y los mandos atlánticos se pongan de acuerdo para activar todas las fuerzas necesarias. La orden de ataque para el caso de desobediencia a la orden conminativa de la OTAN se considera que ya está dada y no necesita de más ni mayores confirmaciones, únicamente se efectuará "en estrecha coordinación con el secretario general de Naciones Unidas".
La OTAN tiene desplegados, en bases en Italia y en portaviones que navegan por el Adriático, más de 160 aviones de combate, reconocimiento y abastecimiento. Los aparatos proceden de EE UU, Francia, el Reino Unido, Holanda y Turquía, y son de los modelos F-16, F-18, A-10, Jaguar, Tornado, Sea Harrier, Mirage y AWACS. Pueden utilizar todo tipo de armas: misiles y bombas convencionales, de fragmentación o guiadas por láser. El despliegue de la fuerza aérea capaz de neutralizar las baterías artilleras que sigan sobre el terreno una vez vencido el plazo responde, en consecuencia, al concepto de mantenimiento de. la paz. No se trata, pues, de una acción ofensiva, sino de la mera aplicación de resoluciones de la ONU hasta ahora desatendidas. Buena parte de los socios atlánticos, Reino Unido y España entre otros, se esforzaron ayer por eliminar todas las connotaciones de amenaza sumaria o ultimátum para convertir la propuesta en un plan de neutralización de Sarajevo.
Grecia, en cambio, expresó sus numerosas y graves reservas a la amenaza atlántica, pero descartó el ejercicio del derecho de veto, del que dispone libremente como cualquier otro socio.
El Gobierno de Andreas Papandreu descartó la utilización del territorio y de las bases griegas para la aplicación del plan. Canadá amenazó con retirar sus cascos azules en caso de bombardeos aéreos, posición simétrica a la de Francia que llegó a la reunión anunciando que no se conformaría con un no-acuerdo y retiraría sus soldados de la Unprofor en caso de que no se accediera a sus propuestas.
España intentó mantener una posición centrista entre Francia y el Reino Unido. Destaca la enorme prudencia -el silencio incluso- de Alemania, uno de los grandes europeos que mantiene por mandato constitucional la prohibición de que sus soldados actúen fuera de su territorio y observa todavía con más preocupación una posible implicación occidental en la guerra balcánica. En esta situación, Francia ha conseguido renovar sus viejos sueños de liderazgo europeo, sólo explicables por las vacilaciones estadounidenses, la prudencia británica y la ausencia alemana.
El momento de la verdad para la Alianza
La guerra de Bosnia ha rociado de desprestigio a casi todas las instituciones internacionales que se han visto implicadas en los esfuerzos de paz. Hasta ahora, la OTAN no se había visto mezclada directamente en las decisiones y su función había sido auxiliar: garantizar la prohibición de sobrevuelo por parte de aparatos militares y el respeto al embargo mediante el bloqueo marítimo. Pero los improperios contra la impotencia occidental habían afectado también a la Alianza, a pesar de los esfuerzos desplegados por su secretario general, Manfred Wörner, quien insistía en asegurar que su organización se limitaba a cumplir con los encargos.Estaba claro que la Alianza se reservaba para el momento en que una actuación fuera decisiva. La energía disuasiva acumulada durante los casi cincuenta años de historia de la OTAN no podía dilapidarse en una amenaza sin consecuencias.
De ahí que las palabras de Wörner a primera hora de la mañana, dando por terminado el tiempo de las palabras, hayan sido interpretadas como la señal de entrada en una nueva fase en la que la Alianza se convierte en la protagonista.
La decisión que preparaba la OTAN rehabilita por el momento a los occidentales ante sus opiniones públicas y, lo que es más importante, ante los contendientes en la antigua Yugoslavia. Fuentes atlánticas y de la Unión Europea reconocían ayer que tanto esta última como la ONU tienen en sus imágenes públicas un muy escaso caudal de credibilidad en cuestiones de defensa, cosa que no sucede con la OTAN, cuya credibilidad se pone toda entera en juego en una actitud como la adoptada ayer.
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