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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Noche de gloria para Sordera de Jerez

II Festival Flamenco de Madrid: Los Sordera

Cante: José Soto, Enrique Soto, Vicente Soto, José Mercé, Manuel Soto, Sordera. Toque: Moraíto Chico, Tomatito. Presentación: José María Velázquez. Teatro Alcalá Palace. 5 de febrero.

Hasta que José Mercé lanzó los ayes siguiriyeros de El Marrurro, el público, que una noche más atestaba la sala, no sintió el escalofrío de lo inexplicable. José Mercé cantó por siguiriyas como hoy se canta ya raramente: llorando el cante, doliéndose, transido de una quejumbre desolada. Las siguiriyas de Jerez: la de Manuel Torre, la de Diego El Marrurro, la de Tío Jose de Paula. Fue un cante estremecedor. Y cantó más Mercé, y todo lo hizo muy bien; cantó por tarantos, cantó fandangos, cantó tangos con mucho aire de Extremadura, cantó por bulerías. Pero su cante por siguiriyas de esta noche va a quedar en la historia.Antes habían cantado sus primos, los hijos de Sordera, que, no lograron transmitir emoción al público, aunque éste aplaudiera siempre con generosidad, predispuesto como estaba al homenaje al patriarca, y por añadidura, a la familia. Enrique tuvo atisbos, especialmente en el cante por soleá; es un buen cantaor, pero ha hecho prácticamente toda su carrera cantando para el baile, y esto se nota. Vicente tiene sobradamente acreditada su excelencia como cantaor, conoce muy bien los estilos y los interpreta con acierto; esta noche incluso hizo cosas muy bellas, y sin embargo le faltó buscarse más en los hondones del cante, romper la voz, romperse él, quebrarse para sacudir a la audiencia con el tiritón que va directamente al alma.

Y para Manuel Soto, Sordera, el viejo cantaor cabeza de este linaje ilustre de Jerez, fue la apoteosis. José Manuel Caballero Bonal le hizo entrega del I Galardón Calle de Alcalá, ese honor instituido por el Festival Flamenco de Madrid como reconocimiento a la carrera de un artista del cante, el toque o el baile singularmente vinculado a la capital.

Cantó después Sordera, y lo hizo con una voz sorprendentemente joven y fresca y con fuerza que no vimos en él otras actuaciones. No estuvo cantando hasta que llegara el lechero, como anunció de entrada, y el público le reclamó después cariñosamente cuando quería irse y le demandaban que cantara más, pero hizo géneros de tanto respeto como siguiriyas y bulerías por soleá. Y los hizo por derecho, sin aliviarse y con ese olor y ese sabor a pureza que sólo estos cantaores son capaces de regalamos. Es su patrimonio intransferible, lo que sólo ellos atesoran y son capaces de sembrar generosamente.

La fiesta final por bulerías, con toda la familia en el escenario, fue pura gloria. Cantó Sordera mucho y como los ángeles, y hasta se dio su vueltecita de baile. Fue impagable también el baile de Moraíto, ovacionado clamorosamente por la sala. Y al final subió Lela, la mujer de Sordera -otra familia histórica de lo jondo, la del Gloria y las Pompi-, y acabó con el cuadro. Hoy una gozada así sólo es posible en él flamenco.

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