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Unas supuestas pinturas rupestres han sido destrozadas en la sierra

Los gamberros han arrancado siete veces la puerta de la gruta de Torrelodones

Vicente G. Olaya

VICENTE G. OLAYA Él Ayuntamiento de Torrelodones no cesa de colocar puertas de hierro para evitar que los desaprensivos dañen unas supuestas pinturas rupestres encontradas en una gruta de Torrelodones. Los gamberros, por su parte, no paran de arrancar las rejas y destrozar todo lo que se encuentra en su interior. Han llegado, incluso, a llevarse trozos de las pinturas y encender hogueras en la cavidad. Un estudio determinará la época en que estos dibujos fueron realizados.

La gruta se localiza en una finca a las afueras de Torrelodones (7.739 habitantes) en su interior se ubican una decena de supuestos dibujos paleolíticos que representan escenas de caza, jabalíes, caballos y cabras. La cavidad fuí descubierta hace unos 80 anos por los vecinos y redescubierta en 1981 por un profesor del colegio San Ignacio de Loyola de esta localidad.Desde entonces, muchos han visitado el lugar a pesar de que su acceso está completamente restringido. Para acceder al interior de la cueva, algunos no han dudado en arrantar en siete ocasiones la cancela metálica que impedía la entrada. "Cada vez que la policía local se pasa por el lugar, se encuentran la puerta desvencijada. Estamos pensando sellar la entrada con una gran roca", dice el concejal de cultura de Torrelodones, Carlos Amell.

Este edil considera que las instituciones autonómicas no prestan demasiado interés a la gruta "porque su dificil acceso hace casi imposible que puedan ser visitadas por los turistas". Amell afirma que el ayuntamiento no puede actuar sobre la gruta porque "carece de competencias".

La Dirección General del Patrimonio de la Comunidad de Madrid encargó el pasado año un estudio científico que determine con exactitud la época en que las pinturas fueron realizadas. Según Miguel Ángel Castillo, su responsable, "existen fundadas dudas de que algunas de las pinturas han sido manipuladas y que su antigüedad no es la que se le presume".

La profesora de Prehistoria de la Universidad Autónoma Rosario Lucas Pellicer, una de las especialistas que elabora el informe, se muestra escandalizada por los destrozos cometidos en el interior de la cueva y califica de expolio "la desaparición de algunas de las pinturas a manos de desaprensivos".

Uno de los jabalíes pintado sobre la roca granítica de la gruta ha sufrido diversos golpes y rasponazos, lo que ha provocado el desprendimiento del trozo de piedra correspondiente a sus extremidades posteriores. La cabra se encuentra también medio destrozada y algunos cuadrúpedos han sido seriamente mutilados. Otros dibujos han sido ahumados por las hogueras encendidas en el interior de la cueva.

Más de 7.000 años

Rosario Lucas no desea pronunciarse aún sobre la autenticidad de los grafismos "ya que el informe todavía no está finalizado".

Los técnicos consultados coinciden en señalar que en este tipo de investigaciones no se puede emplear el carbono 14 sobre las rocas, "porque los pigmentos orgánicos utilizados en leis dibujos se pierden con el tiempo. En estos casos sólo sirve la experiencia personal y los conocimientos científicos e históricos", añaden.

Las pinturas de Torrelodones, en el caso de ser auténticas, podrían corresponder a una época entre 7.000 y 20.000 años antes de nuestra era.

Detectives del pasado

V. G. O. Excursionistas, bromistas o historiadores frustrados han intentado en varias ocasiones falsear las huellas del pasado. Según los especialistas consultados, cualquiera puede, con algo de picardía, poner en un apuro a los expertos.

Por ejemplo, el geólogo del Museo de Ciencias Naturales, Miguel Hoyos, sólo pudo descubrir la falsificación de las pinturas de Zubialde, en 1992, al encontrar unos minúsculos trozos de esponja mezclados en las pinturas de esta gruta vasca. "Estaba claro que los hombres del paleolítico no la utilizaban. El fraude fue así descubierto", dice Hoyos.

Utilizando siempre pintura de óxido de hierro y óxido de manganeso es muy difícil determinar el momento en que fueron pintados los dibujos. Estos compuestos no se detectan con carbono 14. Los buenos falsificadores muelen los pigmentos con los mismos sistemas que los hombres prehistóricos y nunca emplean como "brocha" materiales orgánicos que dejen huellas a los detectives del pasado.

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Sobre la firma

Vicente G. Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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