_
_
_
_

Sudán lanza una ofensiva generalizada contra los rebeldes cristianos del sur

El régimen islámico de Sudán lanzó ayer su aviación contra civiles y rebeldes cristianos atrincherados en el sur del país, mientras en Jartum crece la incertidumbre tras la matanza de por lo menos 19 musulmanes en una mezquita el viernes. Ambos acontecimientos, aparentemente no conectados entre sí, dieron un pavoroso giro al turbio conflicto sudanés y colocaron al Gobierno del general Omar al Bachir en la peor crisis desde que capturó el poder, en junio de 1989.

Los informes de voluntarios extranjeros con bases próximas a las fronteras de Sudán con Uganda y Kenia eran escalofriantes. Bombarderos Antonov de la Fuerza Aérea sudanesa han iniciado lo que ser perfila como una sistemática destrucción de numerosos campos donde languidecen decenas de miles de refugiados. Jartum los acusa de cobijar a guerrilleros del Ejército Popular de Liberación de Sudán, la fuerza de John Garang, más conocida por sus siglas en inglés, SPLA.Según esos informes, se trata de la largamente anunciada "ofensiva final" contra el SPLA y las otras facciones de cristianos animistas que desde hace una década luchan contra Jartum.

Anoche era imposible comprobar la magnitud y alcance de la implacable operación emprendida por Jartum. Los campos están esparcidos en los rincones más remotos de Sudán, y las únicas informaciones se filtran a través de viajeros. Por ello no existían cifras de bajas, pero entre los organismos de ayuda internacional se teme lo peor por la virulencia de los bombardeos aéreos y la tenacidad de la artillería de campo. "Miles de civiles están' tratando de huir despavoridos hacia Kenia y Uganda", dijo un funcionario de las Naciones Unidas.

La diplomacia internacional comenzó a movilizarse ayer para frenar la matanza de civiles. El Departamento de Estado norteamericano, que considera al régimen de Sudán como un aliado del terrorismo islámico, condenó enérgicamente la campaña contra los rebeldes, puntualizando el enorme coste de vidas inocentes. Su embajador en Jartum, Donald Peterson, había advertido tan sólo hace cinco días que, si Bachir aprovechaba la época seca para arremeter contra los rebeldes, se produciría "una verdadera tragedia".

Todas las informaciones de la ofensiva provenían, por supuesto, exclusivamente de los países vecinos de Sudán. En Jartum, la atención estaba concentrada en el misterioso y sangriento atentado del pasado viernes.

Escuetos comunicados de prensa daban cuenta de la imposición del estado de emergencia en la capital y alrededores, pero hasta ayer no existía una versión oficial del ataque, que dejó un trágico resultado de 19 muertos, entre ellos dos niños, y más de 15 heridos graves. El viernes, cinco enmascarados armados con fusiles que acababan de robar en una comisaría de policía irrumpieron en la mezquita del jeque Abu Zaid y abrieron fuego a quemarropa antes de darse a la fuga. La mezquita pertenece a la secta Ansar al Sunna al Mohammaidiya, la agrupación suní más numerosa de Sudán, encabezada por el ex primer ministro Sadek al Mahdi, uno de los más acérrimos críticos del general Al Bachir.

Mahmud Mustafá Abul-Azaym, un periodista sudanés que se encontraba en la mezquita en el momento del ataque, dijo que los desconocidos comenzaron a disparar "inmediatamente después de que el imam [el líder religioso] terminó su sermón con la tradicional salutación de Salamu-aleikum [Que la paz descienda sobre vosotros]". "Dispararon a menos de dos metros, apuntando a las cabezas y al tórax de los que estábamos allí", declaró otro testigo.

Observadores de la escena descartan de momento que el atentado haya sido obra de extremistas cristianos y se inclinan a pensar que se trata de la más seria manifestación de una lucha intestina entre sectas musulmanas y grupos tribales. Al Bachir, que proclamó la institución del Islam como sistema de gobierno bajo presión del Frente Nacional Islámico (FNI) de Hassan al-Turabi, ha sido recientemente atacado por rivales políticos.

Atentado en Egipto

En Egipto se produjo ayer otro atentado, perpetrado presumiblemente por integristas islámicos, en el que murieron cuatro personas, entre ellas el principal testigo del asesinato frustrado, en octubre pasado, del primer ministro Atef Sedki. Sayed Ahmed Yahia, que debía comparecer ayer ante un tribunal militar, murió junto al policía que le escoltaba y otras dos personas.El atentado tuvo lugar en el barrio de Shbin al Kanater, al norte de El Cairo.

Según fuentes policiales, el Gobierno pagó al testigo una cuantiosa recompensa por facilitar los datos que permitieron la detención de los terroristas.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_