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Juan Pedro Aparicio salda sus cuentas con la guerra civil en su última novela

"Esta novela me ha dado la oportunidad de apoderarme de la guerra civil en Asturias", afirma Juan Pedro Aparicio, que el pasado lunes presentó en Madrid La forma de la noche, su último libro, editado por Alfaguara. Una novela en la que el escritor leonés cuenta "los 14 meses de la guerra en Asturias", tal como se pueden contar ahora: "Con una visión que ya no tiene la carga ideológica ni emocional que podía tener para las generaciones que la vivieron".La guerra civil sigue siendo una cuenta pendiente de los novelistas españoles. "Yo creo", dice Aparicio, "que, por nuestra propia historia, es un tema que se rechaza, que hay un prejuicio en contra. Precisamente vencerlo fue lo que me llevó a escribir esta historia. Era una necesidad que yo sentía y ya se sabe que sólo merece la pena escribir sobre lo necesario". Por otra parte, el novelista cree que la guerra por antonomasia sigue estando en el horizonte mental de los creadores españoles, y que hay una vuelta a ella tanto en el cine como en la narrativa, "pero con una novedad: la transformación del punto de vista".

Desmarque

"Siguiendo a Benet", continúa, "la guerra civil es un elemento muy fuerte, en un sentido más estético que trágico". Y habla de novelas que han tocado el tema, como Días de llamas, de Juan Iturralde, o la canónica Herrumbrosas lanzas, de Juan Benet. Pero La forma de la noche se desmarca de ambas. Aparicio cuenta la evolución de un grupo de voluntarios, mineros en su mayoría, que luchan en el frente por la legalidad republicana pero también por la revolución que había sido ya vencida en Asturias en 1934.Esta doble perceptiva permite una gama de matices psicológicos y morales que no resultan ni maniqueos ni ambiguos, en ese ambiente tan cinematográfico en el que la atención a tres personajes concretos, dos hombres y una mujer, no impide el carácter de fresco colectivo de las novelas del autor de Retrato de ambigú. Unos personajes que deambulan en esta novela, cuyo primera parte se estructura en 36 fragmentos que comienzan el 18 de julio de 1936, mientras la segunda cierra los mitos abiertos -como el del tigre/tigres huidos del circo el día de la insurrección- y las propias historias, que ahora son ya de muertos, presos, supervivientes, finalmente vencidos, e incluso los vencedores.

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