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LA HUELGA DEL 27-E

Trabajo 'semiclandestino'

A las seis de la mañana de ayer ya estaban a pie de obra en el Ministerio de la Presidencia su titular, Alfredo Pérez Rubalcaba, y el secretario general del Portavoz del Gobierno, Miguel Gil. Apenas habían dormido porque habían abandonado sus despachos menos de cinco horas antes. Se habían ido a la cama conociendo los primeros pasos de la huelga, con la intervención del líder de CC OO, Antonio Gutiérrez, en la Puerta del Sol ante los piquetes informativos, y la incidencia del paro en los medios de comunicación.Todo el Gabinete de la Presidencia, casi sin merma, dedicó ayer la jornada al seguimiento de la huelga. Muchos de sus miembros se encerraron en un despacho y se aislaron del exterior para un mejor análisis de la jornada. El Ministerio de la Presidencia centralizó toda la información procedente de otros departamentos y que se enviaba en cualquier momento a La Moncloa ante cualquier demanda de información.Hacia la desembocadura de la carretera de La Coruña en Madrid -donde está La Moncloa- había un flujo continuo de datos procedentes de los ministerios de Trabajo, donde se recogía el impacto del paro en los centros laborales; de Administraciones Públicas, que centralizaba las incidencias en los ministerios; de Educación, sobre los centros docentes, y de Interior, con el detalle de los incidentes. Oficialmente no se supo casi nada hasta el final de la tarde. Extraoficialmente, se sabía que el Ejecutivo manejaba como dato fundamental que la huelga había tenido gran incidencia en las zonas industriales de Madrid, Barcelona y el País Vasco, pero que no se superaba el listón del 14-D de 1988. Fue un trabajo semiclandestino en toda regla.

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