Colgado por el IVA de las torres de KIO
Un alpinista embargado por Hacienda se desprende de una grúa de los edificios de la plaza de Castilla
El espectáculo fue total. Un alpinista con problemas con sus impuestos animó ayer la desocupada mañana de muchos jubilados y vecinos de la plaza de Castilla, trajo en jaque a las policías municipal y nacional, a los bomberos, a las ambulancias del Insalud y del Samur, a varios psiquiatras, a decenas de periodistas y de taxistas y a su abogado. Un impago del IVA de un barco que se compró -ahora embargado- le llevó a una situación desesperada. Se colgó a 100 metros del suelo de una de las grúas de las torres KIO y con esta protesta logró concertar una cita especial con Hacienda. Entonces accedió a bajar de las alturas, cogió su moto y se marchó.Rafael Garvín González, madrileño, de 34 años, permaneció colgado de la grúa desde las cuatro de la madrugada del domingo hasta las 14.30, diez horas y media después.
Antes de que Rafael Garvín accediera a descender de la tienda de campaña que se montó a unos 100 metros de altura, amarrada con una cuerda de montañismo a la pluma de la grúa, en la acera un centenar de personas jugaban a especular en un clima de curiosidad, morbo y expectación. "¿Será que están rodando una película?", "Es un marroquí", "¿Por qué le van a tener que matar a ese hombre?", "¿Se tira o no?", "Ahí tenían que subir a algunos del ministerio por ponernos esos impuestos", "¡Vaya irresponsable!".
Uno de los bomberos que intervino en el rescate aseguraba: "Es un experto en alpinismo, un profesional. Estaba muy tranquilo y lo tenía todo controlado". Garvín se mostró tranquilo y corroboró que en ningún momento corrió peligro.
Vestido con un traje de motorista, Garvín explicó su contencioso con el Ministerio de Hacienda, que le reclama 700.000 pesetas de IVA después de que en el año 1990 recibiera seis millones en concepto de indemnización tras sufrir un grave accidente de tráfico. Garvín entiende que esa compensación no debería estar sujeta al pago de IVA.
Ese dinero lo empleó en comprar, hace dos años y medio, un velero en Argentina que le costó 3.800.000 pesetas y que trajo a España para una reparación. El pasado mes de junio, al llegar al muelle número 11 de Alicante, Hacienda le retuvo el barco, reclamándole el dinero que debía e impidiéndole seguir viviendo en él. Ahora se alberga en una barraca de la Casa de Campo.
"No me gusta molestar a las personas", dijo Garvín cuando alcanzó su objetivo, pero fue tajante al afirmar que si no le hacen caso -hoy mantendrá una entrevista con el delegado provincial de Hacienda- protagonizará otro hecho similar. Garvín montó en su BMV de 1.000 centímetros cúbicos y se perdió entre el tráfico.
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