Los 'moteros' se miran en el espejo
El fotógrafo García-Alix convoca a las Harley con música para presentar un libro
Los moteros de Madrid se reunieron el viernes por la noche en la sala Revólver para mirarse en el espejo. Y encontraron su reflejo en Bikers, el libro de fotografía que presentaba el fotógrafo Alberto García-Alix. El runrún animal de las Harley Davidson fue envolviendo poco a poco los alrededores de la sala. El eco del bramido de sus motores se apagaba al llegar a Revólver. En la puerta, 30 moteros descabalgaban y aparcaban orgullosos a su amada. La moto, protagonista de la noche, lucía reluciente, iluminada por los focos instalados para la ocasión.
A la cita acudieron todo tipo de bikers (moteros). Los que más se dejaron notar fueron los de la hermandad de Los Centuriones, una de las más importantes de España. García-Alix es uno de ellos. Les une un modo salvaje y libertario de entender la vida y el culto a la imagen. Los colores, inscripción y dibujo que llevan grabado en la espalda de sus cazadoras vaqueras y de cuero negro, son una de sus señas de identidad. Su cuerpo está, marcado por tatuajes que dibujan un estilo de vida y pendientes en forma de aro.De entre las 700 personas que se acercaron a Revólver, también había moteros que van por libre, como Sejo. De día, funcionario del Ayuntamiento de Madrid "porque hay que trabajar para vivir". De noche, motero entregado a una máquina que define su modo de vida. Los bikers son capaces de reconocerse entre ellos por el sonido de sus Harleys. Y las llevan marcadas en su piel. "El motivo que más piden los bikers para tatuarse es el motor de los cilindros de una Harley en uve", dice El Lobo, tatuador habitual de moteros. "Y también piden que les hagamos los colores. Pero para eso, se lo tiene que ganar". Para entrar en una hermandad y poder tatuarse los colores, tienen que pasar un año de prospect [como aspirantes] haciendo méritos, trabajando para la hermandad, demostrando que son dignos de formar parte del clan.
"Es mi moto y yo soy su dueño. Me sirve para moverme y ser feliz. Si no, estaría anclado", dice Alberto García-Alix. "Con mi máquina elijo qué curvas quiero tomar en mi vida y elijo mis accidentes".
Serpiente en la entrepierna
El libro que presentó en Revólver retrata a los moteros y sus máquinas en concentraciones a las que ha acudido Alix desde 1984. Con lo que se recaude, Alix pretende pagar las deudas que genera su "aventura" creativa: la revista El canto de la tripulación. "Él es el capitán de este barco", dice refiriéndose a la revista Emilio Pereda, fotógrafo y motero.
La armonía de la música sustituyó en la sala al ruido de motores. Abrieron la fiesta Rustic and Acustic Blues Band, un joven grupo madrileño que se acerca al blues con guitarras españolas. "A nosotros nos gustan más los trenes que las motos, pero estamos contentos de haber tocado aquí", dice Carlos, batería del grupo. Tomó el relevo en escena el grupo Sex Tatoo, una banda de rythm and blues-pop-country-chachachá encabezado por dos chicas.
Enfundada en unos pantys de encaje negro que dejaban al descubierto gran parte de su anatomía y tapaban lo imprescindible, Rocío, la cantante, se contoneaba. Una serpiente de más de metro y medio de largo rodeaba su cuerpo y se perdía en su entrepierna.
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