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Cientos de miles de personas desfilaron en París para defender la enseñanza pública

A pesar de la lluvia, gran éxito de la manifestación convocada por 80 organizaciones

Entre 300.000 personas -versión de la policía- y más de 1.000.000, según los organizadores, desfilaron ayer en París durante varias horas y bajo una Iluvia muy fina, desde la plaza de la République hasta la de la Nation. La manifestación tuvo un carácter festivo, con globos, tenderetes de comida grupos de música para amenizar los parones de una comitiva a la que le costó arrancar. A las once y media se puso en marcha, pero, rebasadas las cinco de la tarde, las pancartas seguían pasando por République procedentes de la Porte de Champerret, nueve kilómetros atrás.

Si eran 80 las organizaciones que firmaban la convocatoria, los sindicatos de profesores eran los que más satisfechos parecían sentirse "tanto por la muchísima gente que ha acudido como por su carácter no es trictamente profesional", según un dirigente de la FSU, sindicato próximo a los comunistas, que quería resaltar precisamente la capacidad de convocatoria de los representantes de la profesión frente a los políticos. La lluvia no ha desanimado, pues, a los manifestantes. Al frente de la comitiva, los maestros venidos de Bretaña, la región francesa en que mayor peso tiene el sector privado. La mayoría de las pancartas reclamaban "du fric pour le public" ("pasta para el sector público") y arremetían contra François Bayrou y la Iglesia: "Pas de blé pour les curés" ("ni un duro para los curas"). Otras, establecían identidades: "Republique= service public" ("República= servicio público").

Entre las personalidades que desfilaban, el primer secretario de los socialistas, Michel Rocard: "El Gobierno ha cometido un error al atacar uno de los fundamentos de la República. Mis hijos, mis nietos, toda mi familia y yo mismo hemos estudiado en la escuela pública y creemos en ella". El propio Rocard sacaba otras consecuencias políticas del éxito de la manifestación: "Confío en que en las próximas europeas los socialistas superaremos la frontera del 20% de los sufragios". En las últimas elecciones generales, el PS recogió un 17%.

La decisión del Consejo Constitucional de anular la reforma Bayrou ha servido, paradójicamente, para que el primer ministro se evitase una larga guerra escolar, hecha no sólo de manifestaciones, sino también de huelgas y protestas intermitentes y de progresiva impopularidad. Y la anulación puede que haya salvado también la cabeza del ministro de Educación, que había intervenido estos últimos días con muy poca fortuna y escaso respeto por la verdad en defensa de su propuesta destinada a aportar fondos públicos para las adquisiciones patrimoniales de la enseñanza privada.

Situación precaria

En cualquier caso, la situación de Bayrou es precaria, ya que incluso el RPR (gaullista) Patrick Davedjian se ha sumado a las voces que, desde la izquierda, reclaman la cabeza del ministro, o a las opiniones de Charles Pasqua, ministro del Interior, o de Philippe Séguin, presidente de la Asamblea Nacional, que también desaprobaron la iniciativa del titular de Educación por creer que ataca "el principio republicano de igualdad de derechos".

Edouard Balladur, fiel a su preocupación por asegurar la "cohesión social", se apresuró, una vez comprendió que Bayrou había despertado los reflejos adormecidos de la izquierda, a prometer 2.500 millones de francos para mejorar la escuela pública y a comprometerse a discutir con las asociaciones de padres de alumnos y los sindicatos el futuro del sector público. El primer ministro intentaba así desactivar la manifestación, pero también presentarse como un hombre de equilibrio y negociación, desvinculándose de los modos poco diplomáticos de Bayrou. A fin de cuentas, en la actualidad, la enseñanza privada ya ve cómo el Estado asume el 65% de sus gastos, amén del 11% que aportan las colectividades territoriales, mientras que sólo el 23% del presupuesto tiene que ser cubierto por la aportación de las familias. La manifestación de ayer, por su magnitud, parece igualar la de 1984, cuando la derecha lanzó a la calle a miles de personas en "defensa de la libertad de enseñanza" y contra el ministro socialista Alain Savary, que fue sacrificado, y que pretendía recuperar para el sector público los profesores que paga el Estado, estableciendo otro tipo de convenio con los centros privados.

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