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Reportaje:

La duquesa de Kent se convirtió al catolicismo en una ceremonia privada

La duquesa de Kent, bautizada en la fe anglicana hace 60 años con el nombre de Katherine Worsley, se convirtió ayer a la Iglesia católica romana en la capilla privada del arzobispado de Westminster (Londres). La duquesa se confirmó y prometió respetar "las creencias, enseñanzas y proclamas reveladas por Dios". La ceremonia concluyó con una misa en la que la nueva feligresa hizo su primera comunión.

RELIGIÓN: CRISIS EN LA IGLESIA ANGLICANAEl cardenal Basil Hume, máximo responsable de los católicos en el Reino Unido, fue quien condujo está histórica ceremonia, que se celebró en la intimidad, con la sola asistencia del esposo y los tres hijos de la duquesa. La reina Isabel, jefa de Estado y cabeza de la Iglesia anglicana, se mantuvo, como estaba previsto, alejada del acto.La duquesa forma parte de la familia real británica merced a su matrimonio con el duque de Kent, primo de la monarca, que ocupa el puesto 18º en la línea de sucesión al trono. La renuncia de su esposa a la fe anglicana no implica, sin embargo, la pérdida de sus derechos monárquicos.

Desde el siglo XVIII, la ley británica obliga a sus monarcas y cónyuges, además de sus sucesores, a profesar el anglicanismo. El hijo mayor de los duques de Kent, George, renunció a su derecho de sucesión a la Corona en 1988, al contraer matrimonio con una católica canadiense.

El nuevo camino espiritual de la duquesa tampoco entorpecerá las relaciones entre su esposo y la masonería. En su calidad de gran maestro de la Gran Logia de Inglaterra, el duque de Kent preside regularmente las reuniones de los freemasones ingleses y dirige los oscuros ritos que tienen lugar durante los encuentros internacionales.

La conversión de la duquesa ha vuelto a poner sobre el tapete las controvertidas relaciones de la Monarquía y la Iglesia anglicana, y han sido varias las voces de personalidades que estos días han vuelto a sacar a la luz la urgente necesidad de revisar la ley de sucesión, que impone una "rigurosa discriminación religiosa" a los monarcas y sus sucesores, como afirmaba ayer lord William Ress-Mogg, ex director del diario The Times.

El cardenal Hume, responsable de los católicos ingleses, evitó presentar este acto de conversión como una acción de rebeldía contra la reciente aprobación de la ordenación de mujeres por el sínodo de la Iglesia anglicana, que tanta polémica ha suscitado.

Pero al tiempo que la inminente ordenación de mujeres está causando una huida de los sectores más tradicionales del clero anglicano hacia la fe de Roma, la intransigente postura de la Iglesia católica con respecto al control de la natalidad está fomentando también la marcha de sus feligreses hacia la doctrina anglicana, más liberal en estos temas.

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