El péndulo de Mendoza
Ramón Mendoza advierte al público en general y a la prensa en particular que en el Madrid no hay mayor problema que el de pagar un estadio recién remodelado. No hay conflictos, ni desavenencias entre directivos y malestar con jugadores y técnico. Y, además, el presidente, en el legítimo uso de sus atribuciones, convocará elecciones cuando le parezca oportuno antes del final de su mandato.Quizá debió considerar que estos eran elementos suficientemente noticiosos como para convocar una rueda de prensa con cuatro días de antelación. O bien mirado, se equivocó por una vez: para dar semejante mensaje de paz social, firmeza, disciplina interna, coherencia en la gestión y solidaridad con los jugadores, mejor hubiera sido ubicar la aparición antes del partido ante el Atlético y no después. Con la clasificación en la mano, el anuncio pierde vigor y deja lugar a sospechar que el resultado pudo haber tenido alguna influencia.
Mendoza envió varios mensajes. No permitirá rencillas internas, no designará un delfín, se marchará no se sabe cuando y divide al club en dos mitades: él y los jugadores de un lado, y el resto no se sabe si enfrente o detrás. Entre el lunes y el jueves no ha sucedido nada salvo la celebración de un partido. A nadie dijo que se marchaba. Ha convocado una junta, dos comidas, una reunión conjuga dores y una rueda de prensa para comunicar que todo sigue igual. Es de esperar que no cunda el ejemplo entre sus colegas, so pena de que inunden la actualidad de ruedas de prensa para advertir que se irán cuando lo estimen oportuno.
Sin embargo, la realidad se empeña en ir por otro camino. Horas antes de tan sorprendente anuncio, un directivo comentó decepcionado: "La junta directiva del Real Madrid está muerta". Los 14 compañeros de viaje de Mendoza fueron testigos directos de la actuación de un presidente que cambió varias veces de opinión respecto a su despedida. Tras obligarles a reflexionar sobre la fecha idónea y la forma en que debía abandonar el club, optó por dejar las cosas sin alterar. Estaba en su derecho, pero para ello resultaba innecesario haber despertado tanta expectación durante cuatro días.
Mendoza no se va y todo aquel directivo con aspiraciones a sucederle debería marcharse. Fin del capítulo. Sin embargo, un escenario tan idílico tiene sus trampas: aquellos directivos con legítimos afanes electorales deberían dimitir hoy si hacen caso a su presidente y son coherentes con sus declaraciones. Mendoza, entonces, estaría obligado a convocar elecciones de forma inmediata. ¿Anunciaría entonces otra rueda de prensa?
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