"No quería ser un calzonazos"

"No quería ser un calzonazos". Antonio, Martínez Sala, de 55 años, juzgado ayer en Barcelona por un delito de parricidio frustrado contra su mujer, utilizó este argumento para justificar en el juicio por qué, loco de celos, le asestó dos puñaladas. El fiscal pide para él seis años de cárcel. La víctima, que fue auxiliada por uno de sus hijos tras arrebatarle el arma a su padre, vive ahora escondida. La mujer, de 50 años, tiene miedo de que su marido cumpla las amenazas contenidas en varias cartas enviadas desde la prisión, en las que advierte que le "ajustará las cuentas" cuando salga en libertad.

La agresión ocurrió en la noche del 25 de enero de 1993, en el piso en el que convivía la pareja con sus cinco hijos, en Badalona. Martínez cogió un cuchillo que tenía guardado en su mesilla de noche y le asestó dos puñaladas a María Dolores G, causándole lesiones graves. El fiscal solicitó seis anos de prisión para el acusado, aplicándole la eximente de enajenación incompleta. El letrado de la víctima, José Rey, pidió 20 años de cárcel. La defensa solicita la absolución.Martínez declaró que sospechaba desde hacía tiempo que su mujer le era infiel, ya que salía Ios domingos por la tarde con sus amigas aprovechando la circunstancia de que él debía ir a trabajar en su empleo de vigilante de un almacén. "Un día se fue con un vecino a Isla Fantasía [un parque acuático del Maresmel e incluso bromeaba con el gasolinero", esgrimió como argumentD el acusado, quien aseguró que no intentó asesinar a María Dolores, sino que quería darle "un escarmiento" y poner fin a las humillaciones.

El día de los hechos, Martínez espió a la víctima: vio cómo fue a recoger a su hijo menor al colegio y observó que el niño se marchaba con dos amigos. Después, su mujer entró en una farmacia y dobló por un callejón. Martínez recordaba ayer con absoluta nitidez los comercios que había en la calle: "Una tienda de electrodomésticos, un supermercado a medio abrir y una mercería. Ni rastro de ella', precisó. Cuando el acusado llegó al trabajo, efectuó varias llamadas telefónicas a su casa. Se enfureció cuando ella le dijo que había estado en la mercería. "Necesitaba comprar los aros de un sujetador para la señora para la que trabajaba", replicó ella, con un hilo de voz, al tribuirial. "Te metas donde te metas, esta noche te liquido", la amenazó Martínez, de acuerdo con el relato del fiscal.

Por la noche, y durante cerca de dos horas, exigió a la víctima que le confesara que había estado con su amante. Martínez relató que ella dijo al final: "Pues para que se vaya de una vez con su madre le digo que he estado con otro hombre y ya está". María Dolores negó esas palabras.

Su hijo Raúl pidió a su madre que se arreglara para ir a denunciar los hechos. Fue entonces, en el dormitorio conyugal, cuando el agresor apuñaló a su mujer. "No quería hacerle daño", explicó el procesado.

Dos policías declararon que oyeron cómo el acusado decía durante su traslado a comisaría: "¡La suerte que ha tenido la puta de mi mujer! Si no llega a ser por mi hijo Raúl, la mató". El juicio proseguirá el día 19 de enero.