Anatomías
He leído atentamente todo lo relacionado con Banesto, en busca de algo que fuera útil para mi vida, y he hallado un acierto literario. O sea, que el otro día decía este periódico que Alfredo Sáenz, que preside el desastre, tenía puesta su atención en la "anatomía del agujero". A mí la anatomía siempre me ha vuelto loco, sobre todo la anatomía patológica, porque si al cuerpo, que es el único territorio real, le añadimos una enfermedad, nos encontramos frente a un organismo hiperreal.Yo, cuando me levanto, lo primero que hago es recorrer todas mis extensiones corporales para empezar el día con una experiencia real, porque todo lo que contemplo al otro lado de los ojos me parece fantástico. En cualquier caso, la experiencia no alcanza su plenitud hasta que no me duele un órgano. Mi cuerpo existe gracias a sus neuralgias o a sus ardores de estómago. Después del desayuno, cuando la migrana ataca, me miro en el espejo y veo a un sujeto hiperreal al otro lado. Entonces me siento completo y puedo ponerme a trabajar.
La noticia, pues, de que también los agujeros pueden corporeizarse y enfermar, me ha llenado de consuelo, porque es que yo con los agujeros no sabía qué hacer, aparte de llenarlos de pastillas o supositorios balsámicos, que me sientan fatal. Ahora sé que también tienen su anatomía, y que, en consecuencia, podemos diseccionarlos, como un cuerpo, y estudiar la distribución de sus partes. Imagino que incluso con un poco de paciencia se les puede hacer una autopsia, lo que ya es el colmo de la realidad. De momento, voy a ver si alguien es capaz de tomar una muestra de alguno de mis agujeros para hacerle una biopsia, porque es que a mí lo que más me duele son los agujeros, pero hasta ahora no me atrevía a decirlo por miedo a que me miraran mal. Qué alivio.
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