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El 90% de las separaciones o anulaciones matrimoniales en España tienen causas médicas

Un estudio revela que el sida, la histeria y el alcoholismo son los males más invocados

El divorcio, en España, tiene causas médicas. O, al menos excusas. "Él es impotente" o "ella es una histérica", son argumentos que pueden alegarse en un juicio para conseguir la nulidad matrimonial. Igual que el fetichismo, el sadismo, la ludopatía, el alcoholismo, la epilepsia, el sida o la arteriosclerosis múltiple. "En realidad, el 90% de las separaciones tienen causas mé dicas", afirma el forense granadino y profesor de Medicina- Legal Manuel García Blázquez, autor, tras dos años de investigación, del libro Aspectos médico-legales de la nulidad y separación matrimonial.

TRIBUNALESEl divorcio tienen razones ocultas. La investigación del forense García Blázquez desvela las Claves que pueden conducir al divorcio o anulación por razones médicas. "Y esas causas lo abarcan todo, porque en cualquier divorcio lo que subyace es un problema físico o psicológico, algo que altera la vida en pareja: la insatisfacción, las angustias, los trastornos psíquicos, las frustraciones sexuales o las secuelas de una drogodependencia", apunta García Blázquez, autor de más de seis libros de temas jurídicos.En 1992, hubo 26.783 divorcios en España, y no se conocen exactamente las cifras de anulaciones eclesiásticas, pero las rupturas van en disminución con relación a años anteriores. García Blázquez, afirma que los problemas que últimamente se invocan más son el sida, la histeria y el alcoholismo. "En el sida, por los riesgos que comporta, la pareja puede negarse a realizar el acto sexual y las labores del matrimonio. La histeria produce trastornos de personalidad que llegan a hacer insoportable la convivencia".

En cuanto al alcoholismo, es tajante: "Además de las pérdidas económicas en el hogar y de la violencia que se genera, existe en el alcohólico la tendencia a excitar la líbido del cónyuge y luego resultar poco eficaz en el acto sexual, con la consiguiente frustración de la pareja".

La última investigación de García Blázquez, un libro publicado por la editorial Comares, trata los aspectos civiles y canónicos de la nulidad. "No es un libro escrito para romper matrimonios", dice el forense, "sino para analizar las repercusiones que tiene en la pareja un problema médico".

Impotencia

Ese problema médico puede ser cualquiera. El forense recuerda el caso de un hombre que, casado en segundas nupcias y con un buen número de hijos de su primer matrimonio, alegó impotencia para pedir el divorcio de su última esposa. "Es que la impotencia es con mi segunda mujer. Funciono con cualquiera, pero no con ella, así que me tiene usted que separar", le dijo al juez."Pero la impotencia no sólo se alega en edades normales", agrega el experto, "también en la tercera edad. Hay casos de parejas que, a los 70 años, deciden separarse, y ella acusa de impotencia al marido y él de frigidez a la mujer. O de falta de sintonía... después de 40 años de matrimonio. También hay casos de herederos que se oponen, por cuestión de dinero, a un matrimonio tardío, y recurren a que el abuelo contrayente sufre de arteriosclerosis, lo que le incapacita para tomar decisiones voluntarias, como casarse".

La inmadurez psíquica, el comportamiento infantil en una persona adulta es, según Blázquez, la enfermedad que generalmente más se esgrime ante los tribunales. "Esa enfermedad se presta mucho, sin embargo, a confusiones y simulaciones, porque cualquiera puede fingir tener una mentalidad de 12 años si quiere separarse", añade García Blázquez.

Otro caso curioso es la epilepsia. "Un epiléptico puede decir que cuando se casó estaba en estado crepuscular, es decir, con las secuelas de una crisis epiléptica en las que no se es consciente de la realidad y, por tanto, se es incapaz de asumir el matrimonio", dice el autor de la investigación. "Claro que su pareja también puede argüir que siente asco o miedo insuperable a los ataques de su cónyuge", añade.

"Todo aquello que suponga un rechazo psicológico del que la pareja no pueda sustraerse sirve para la separación", señala el forense. Cita la esquizofrenia, la psicosis, la homosexualidad, el lesbianismo, el bestialismo (atracción sexual por los animales), la necrofilia, el sadismo, la ludopatía o incluso la hiperactividad sexual, porque "el exceso de deseo convierte el acto en algo impuesto, monótono para la pareja, el otro extremo de la abstinencia", agrega.

Exceso de amor

Pero, sobre todo, hay un concepto: el del viciamiento del consentimiento, es decir, las causas que pueden alterar la voluntad de uno de los cónyuges en el momento de decir sí ante el altar. "Estar borracho o drogado, o, por ejemplo, sentir un exceso de amor, puede ser utilizado para el divorcio: el hecho de que una persona estuviera tan enamorada el día de su boda que no pudiera discernir si quería casarse o no. Tanto amor hacía que su consentimiento estuviera viciado", explica García Blázquez."Hay muchos libros que tratan sobre medicina, y muchos sobre jurisprudencia", comenta el forense, "pero éste es el primero que acerca el derecho y la medicina en el aspecto del matrimonio a la consulta".

El libro de García Blázquez trata la separación tanto en el derecho civil como el canónico, que a veces difieren. Mientras en una boda civil la impotencia no es un alegato en favor de la nulidad, en el derecho eclesiástico sí lo es, ya que impide el fin último del matrimonio, es decir, la procreación. Así lo dice el canon 1.084: "La impotencia antecedente y perpetua para realizar el acto conyugal, tanto por parte del hombre como de la mujer, ya absoluta, ya relativa, hace nulo el matrimonio".

"Hay tantas, y a veces tan vanas, causas de ruptura", escribe García Blázquez, "que podríamos empezar a preguntamos si las separaciones matrimoniales son una cualidad del matrimonio más que un accidente en el mismo".

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